martes, 29 de enero de 2013


El consumismo, la relación perfecta entre nuestra enfermiza dependencia y el deterioro ambiental
No es Karma; solo Causa y Efecto | Jorge Macías-Sámano



Lourdes y Ariana nos decían con ese tonito tan especial que tienen los cubanos y hablando casi sin “erres” “chico, queremos compra pan, jabón para lava la ropa y algunas otras cositas ¿dónde nos recomiendas ir?” Era el año 1991 y estábamos en Vancouver, Columbia Británica, Canada.

Nosotros nos volteamos a ver y unánimemente les dijimos “ya está, Superstore es a donde las llevaremos, ahí hay de todo y de muchas marcas”. Y en seguida nos pusimos a interrogarlas: ¿qué tipo de jabón? ¿Para lavadora, o en barra? ¿Con blanqueador o sin blanqueador? ¿Con desmanchante o sin él?; ¿Cuál pan?, ¿Integral de siete granos, blanco blanqueado o blanco sin blanquear? ¿Con especies o sin especies? ¿Con o sin gluten? Nunca olvidaré sus caras, una revelación de su origen y una revelación del mundo en donde yo estaba viviendo. “Pero chico, nosotros solo queremos jabón y pan para comer, así de fácil” decían nuestras recientemente adquiridas amigas a tan solo tres días de haber llegado de la Habana.

Al llegar a Superstore y llevarlas a cada una de las secciones de lo que querían, sus bocas se abrían, como sus ojos, amplios, con asombro. Sus comentarios resuenan, permanentes, en mi memoria y a partir de ese momento, otra perspectiva de vida comenzó a nacer en mí. “¿Para qué quieren tanto? ¿Que van hacer con todo esto? Es mucho y seguro no se lo acaban”
Las preguntas fueron contundentes y brutales. Honestamente no supe que contestar. Más a partir de ese momento, a cada lugar que iba, analizaba el aspecto de la diversidad y de la cantidad de productos en contra de la población que los consumiría. Si bien algunas poblaciones eran grandes, difícilmente eran de una dimensión tal que se terminaran los millones y millones de productos expuestos. Productos que se parecían enormemente, pero que se diferenciaban por alguna u otra característica, lo que le daba la “ventaja” del uno sobre el otro. Podría ser el color, el precio, la cantidad o características de diseño o de durabilidad. Esas pequeñas o grandes diferencias le dan al consumidor “opciones”. Desde un auto, una licuadora, casas móviles, las gotas para los ojos, cacerolas, o la prenda de moda, hay opciones, muchas, muchas más que en cualquier país de Latinoamérica. Yo comenzaba a aprender que vivía en un mundo donde el individuo - no la comunidad - es el que mueve al mercado y luego entonces la economía. La posibilidad de opciones y de sitios y maneras de recibir esas opciones, son la parte vertebral de la economía capitalista.

La competencia per se, genera y estimula el ingenio, en otras palabras es sano para el desarrollo. Hasta hace algunos años el financiamiento de la ciencia y la tecnología en los países desarrollados, era tanto por parte del gobierno como por compañías privadas. Sin embargo, esto ha cambiado de una manera tal que al tiempo que los gobiernos disminuyen su apoyo, el sector privado lo ha incrementado y ha comenzado a definir las líneas a desarrollar y los resultados que se buscan ¿Para qué? Pues para poder competir y vender sus productos, es decir, para generar un capital financiero, ganancias para los inversionistas de esas compañías. Estas tendencias de financiamiento se dispararon con el desarrollo vertiginoso de la biotecnología y con ello se comenzó a generar una especie de “prostitución” en los investigadores. Todo investigador requiere recursos humanos y materiales para realizar su trabajo. Los recursos financieros para lograrlos pueden ser muy altos y más en áreas de alta demanda como son los biotecnología, desarrollo de semiconductores, neurotransmisores, inmunología y medicamentos, etc. Ahora esos recursos están siendo otorgados, en muchas ocasiones, por las compañías privadas y los investigadores (incluidos los estudiantes involucrados) firman contratos de confidencialidad que les impiden usar y difundir los datos sin el consentimiento del financiador. Cosa que no ocurre cuando el financiador es el gobierno, pues la información y los resultados generados son del dominio público. Los investigadores desarrollan su trabajo, hacen su papel, pero lo hacen para quienes lo financian, y cada vez va siendo no para el beneficio de la sociedad. De manera que las ideas y los resultados de la ciencia y de la tecnología son generados bajo un creciente esquema cuyos resultados permiten a las grandes compañías competir, vender y tener un mercado cautivo al proveer con opciones más depuradas al consumidor. Solo ver los ejemplos de Monsanto y el maíz transgénico.

En esta encarnizada competencia por el mercado, otra de las estrategias utilizadas es dar el precio más bajo, sin importar que sea una copia de otros productos (incluso patentados), su calidad y su durabilidad. China es el mejor y más poderoso seguidor de este esquema y ha logrado incluso entrar a los propios mercados nacionales como lo es el nuestro, con artículos llamémoslos artesanales y nacionalistas, como el tequila, la artesanía y hasta los juguetes netamente mexicanos. Si no se han dado cuenta, solo dense una vuelta a las tiendas de autoservicio e incluso, a los mercados sobre ruedas de las colonias. La inundación de productos asiáticos es impresionante y prácticamente inagotable. Pero no solo son productos a bajísimos precios la estrategia del gigante y hambriento país asiático. Ya desde hace tiempo, a través de los tratados de comercio, China negocia el establecimiento de industria de manufactura de sus productos in situ, es decir, en territorios de otros países. Sus argumentos, productos a menor precio y fuentes de trabajo para el país hospedante. Pero esto es solo un espejismo, pues parte del contrato es llevar cientos de trabajadores chinos (supuestamente especializados) y proporcionarles un complejo habitacional. La estrategia China en parte se basa en salarios muy bajos a sus trabajadores en sus territorios y bajo condiciones de trabajo altamente reprobables, mismas que les han valido el cierre de muchas fronteras a varios de sus productos tanto en Norte America como en Europa. Esas condiciones parecen se mantienen en los países que China establece industria y seguramente serán “pasadas” a los pocos nacionales que serán contratados. No se habla de una inversión pequeña, ni en espacio o en inversión, son miles de millones de dólares y superficies de suelo considerables. Las primeras preguntas que me vienen a la mente son: ¿Cuáles son los productos de primera necesidad y alta tecnología que Mexico no hace y que ellos proporcionarían? ¿Cuál es el impacto económico y social de insertar una industria extranjera –con población extranjera- dentro de una comunidad nacional? ¿Cuál es el impacto ambiental de donde será asentada dicha inversión? Tenemos que seguir muy de cerca desarrollos de este tipo y evitarlos, si así lo consideramos. Uno proyecto actual en nuestro país es el denominado Dragon Mall en la Rivera Maya, para el cual ya existen iniciativas para detenerlo.

El aspecto de la durabilidad es un aspecto clave en el consumismo y tiene mucho que ver con lo que mis amigas cubanas comentaban. Si hacemos un ejercicio mental con por ejemplo los celulares, solo hay que ver los millones de unidades en venta y las millones que están en uso. ¿Que no son suficientes para la población a la que dan servicio? Sin embargo las ventas continúan, gracias al esquema de que los “nuevos son mejores” o por que la publicidad nos vende la imagen de un “estatus instantáneo” al tener tal o cual modelo de celular. Pero realmente, económicamente - incluso usando la palabra más “prostituida del siglo, ecológicamente (que en realidad debemos de usar ambientalmente)- ¿para qué cambiar el celular si todavía sirve para el propósito de comunicación? Siguiendo en este cuestionamiento, preguntémonos ¿Cuál es el precio real de un celular o ¿Cómo se fijó el precio del primero? Es bien conocido el término “costo de producción”, al igual que la noción de que si las ventas cubren ese costo, el resto de lo obtenido es únicamente ganancias. Bajo esta perspectiva sencilla, podemos ver que no importa que haya mucho producto por vender y este no se venda, si ya se logró absorber el costo de producción. Solo recuerden los pasillos llenos de tipos de pan y de jabón que vieron Lourdes y Ariana, ¿a dónde van a parar si no se venden?

Ciertamente la economía familiar en Latinoamérica ha ido decreciendo con el tiempo y los productos baratos o de bajo costo, se han colocado en la preferencia de ella. De ahí el éxito de tiendas como Wal-Mart con su multitud de productos, millones de ellos de procedencia asiática. Con muy escasas excepciones, estos productos son de baja calidad y con una durabilidad muy limitada, lo que hace que sean adquiridos con frecuencia.  Como dicen o más bien decían las tatarabuelitas (ya no puedo decir abuelitas, pues yo no estoy lejos de serlo, pero espero tardar!) “estos ya no son tiempos cuando los perros se amarraban con longaniza”, debemos de ser conscientes de estos aspectos de la producción, el mercado y el consumo. Es nuestra responsabilidad definir muy claro lo que hay que comprar y muchas veces esperar (hasta que tengamos el recurso) a comprar productos que sean durables y sobre todo, ante todo, que sean con una clara utilidad.

En una reunión en Río de Janeiro, el presidente de Uruguay, José Mujica, dijo “Hemos creado esta civilización en la que hoy estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo……pero la economía de mercado ha creado sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta globalización, cuya mirada alcanza a todo el planeta…..¿Estamos gobernando esta globalización o ella nos gobierna a nosotros? Y continuo diciendo “Por ello digo, en mi humilde manera de pensar, que el problema que tenemos es de carácter político.
Los viejos pensadores –Epicúreo, Séneca y también los Aymaras- definían: “pobre no es el que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho”.
Y desea más y más.
Los viejos pensadores –Epicuro, Séneca y también los Aymaras- definían: “pobre no es el que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho”….”Y desea más y más”. Para terminar, Don Jose Mujica de una manera francamente humana y con una total realidad termino diciendo “Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana? ¿Solamente consumir? Estas cosas que digo son muy elementales: el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad…….Precisamente, porque es el tesoro más importante que tenemos. Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que recordar que el primer elemento del medio ambiente se llama "felicidad humana"

Jorge Macías-Sámano

No hay comentarios:

Publicar un comentario