miércoles, 26 de diciembre de 2012


Las tribulaciones navideñas de Cuca o el metate perdido
No es Karma, solo causa y efecto | Jorge Macías Samáno





“A ver hija, tráete un papel y lápiz, apunta. Tenemos que hacer la lista de todo lo que debemos de compra para la cena de nochebuena. Y saca el metate” le decía su mamá a Cuca.

“Uyyy nooooo” decía Cuca, “ya me va a tocar comprar, pesar, seleccionar, pelar, contar, limpiar, cocer, picar y moler un montón de cosas y para solo una triste cena – bueno ni tan triste, es divertida y muy alegre – y llegan como 30 personas más todos los colados!”. La cena de nochebuena es algo importante en la casa y además con mucha tradición en las familias. No se compraba comida ya hecha, únicamente se compraban los ingredientes y se cocinaba casi sin parar por cerca de tres o cuatro días.

Todo comenzaba en el mercado y comprando a marchantes ya conocidos y a los cuales la mamá y abuela de Cuca les tenían la confianza de que vendían “kilos completos” y no había chiles picados o almendras acedas. Así que la mama de cuca, Doña Esperanza, le comenzaba diciendo “ya sabes, en el mercado vas con Don Rutilo el de las semillas y frutas secas y con Lencho el carnicero y a la recaudería con Doña Chonita. A ver, apunta: medios kilos de chile pasilla, ancho, mulato y guajillo; pepita, ajonjolí, cacahuate y almendras, 150 g de cada uno; una caja de chocolate en barra, todo eso para el mole. Fruta para el ponche, caña de azúcar, tejocote, y guayaba. Tres gallinas grandes sin cortar y para su relleno, carne molida – doble – de ternera con puerco, medio kilo de cada una; almendras, pasas, ciruelas, y nueces, 150 gramos de cada una y cuatro manzanas. Para la piñata, cartulina, papel de china, papel metálico, olla de barro y fruta (mandarinas, limas, tejocotes, naranjas, jícamas, colación de colores en bolsitas, caña de azúcar, chicles en cajita, cacahuates, limas). Otro tanto de lo misma fruta para la ensalada de navidad, mas medio kilo de betabeles. Un pierna grande de cerdo de unos tres kilos, con sus respectivas ciruelas y almendras, unos 150 gramos de ellas. Dos kilos de camarón seco y 5 kilos de romeritos. Dos kilos de bacalao noruego y un bote de aceitunas, uno de alcaparras y uno de chiles güeros. Tres kilos de espagueti, medio kilo de crema y de queso manchego y cinco chiles poblanos. Ah!! y no olvides 5 kilos de tortillas pero no de la esquina, ve donde Romelia, la ojo verde, ella no le echa cal de más al nixtamal”. Cuca terminaba de apuntar y suspiraba por todo el trabajo que se le venía a ella, su mamá y a la hermana Silvia. “Pero despierta muchacha, vete ya, ligeritaaaaa” le decía Doña Esperanza.

A pesar de tener la lista de compras e ingredientes, el proceso de compra llevaba de dos a tres días, no solo por los olvidos, si no por que Doña Esperanza, siempre acompañada de la refunfuñona Cuca, tocaba, mordía, olía, medía, probaba y cuidadosamente inspeccionaba todo lo que compraba y si no era de su parecer, simplemente no lo compraba y seguía buscando. La calidad y el ingrediente exacto ante todo. No en balde su cocina atraía hasta los más lejanos parientes en la cena, amén de varios y “selectos” colados, léase novios de las muchachas, incluido Jorge el novio de Cuca.

“¿Cuca que paso con el metate hija?” todo el día se la pasaba diciendo Doña Esperanza, “ya necesitas comenzar a moler las cosas, sobre todo la pasta del mole!!” Cuca se hacia la ocupada y como que no oía. Y es que no quería pasarse las horas agachada y moliendo, bajo la mirada inquisidora de la mamá y muy seguido de la abuela Juana. La abuela Juana había sido mayora de un restaurante en el centro de la ciudad y era una excelente cocinera, de hecho ella había enseñado a Doña Esperanza. El caso es que Cuca hacia tiempo para comenzar esa tarea, pero sabia que tarde o temprano lo tendría que hacer.
Pues resulta que alguien había oído las plegarias de Cuca y el metate no aparecía. Obviamente todos pensaban en la casa que Cuca lo había escondido, pero la verdad era que lo buscaba y no lo encontraba. Se hacia las ilusiones que le pedirían llevar todo a un molino cercano para que fuera procesado, salvándose de la friega de la molida en la porosa, pesada y tradicional piedra. Pero trabajo no le faltaba, pues había bastantes cosas para hacer y esas no dependían del metate. Había que deshuesar las gallinas – elegantemente llamadas galantinas –, lo que implicaba sacar el esqueleto limpio de cada una de ellas a través de un corte en una pierna, quedando perfectamente listas para ser rellenas. Había que pelar y dejar limpia toda la almendra, el cacahuate, las nueces, los chiles, las ciruelas y  las manzanas. Además de tostar cacahuates, ajonjolí y tortillas. Poner el bacalao a remojar por algunos días para desalarlo y proceder a desmenuzarlo, lo que llevaba horas y al final molestos dolores de uñas, pues estas se despegan por la tarea en cuestión. Siempre bajo la mirada pendiente de Doña Esperanza, la carne de bacalao se tenía que dejar muy fina para que esponjara y absorbiera la sazón. La elaboración de la piñata era lo que mas le gustaba a Cuca – muchos, muchos chinitos de papel de colores – incluso Tete, la Chiquis y Lupita, las niñas de la casa, le ayudaban y siempre hacían gran algarabía pegando y cortando el material para la piñata; lo único malo es que muchos muebles se quedaban llenos de manos con engrudo del que se usaba para pegar el papel a la olla. Al final una estrella con muchos picos, era casi siempre el modelo final.

Pues el metate no aparecía. Y Cuca seguía cruzando los dedos. Mas cual no fue su sorpresa que la tía Nati estaba por llegar de Oaxaca y ya le habían encargado uno nuevo. Llegando la piedra, pusieron a la pobre Cuca a curarlo con una masa hecha de ajo, cebolla y manteca y quemándolo varias veces. El prehispánico dispositivo para moler estaba listo  y le esperaban a Cuca algunas horas de molienda, primero preparando la pasta para el mole que llevaba todos los chiles y muchos, muchos, muchos ingredientes y además puestos en un orden bien definido. Por suerte ella solo seguía órdenes, no sabía que iba primero y que después. También preparaba una extraña masa que incluía los camarones secos mezclados con harina, leche, cebolla y ajo, con las cuales se confeccionaban una especie de “tortitas”. El mole y las tortitas era la base de los romeritos, siendo éstos una de las comidas navideñas más tradicionales de México. Cuca siempre decía que era afortunada en que no la pusieran a moler maíz y a “echar tortilla” como acostumbraba su familia allá en Nochistlán, Oaxaca, “Nochis” de cariño, donde hacen monumentales tortillas con maíz y trigo para acompañar todas las comidas.

Aunque Cuca nunca quería hacer la tarea de moler y moler en el metate, muy secretamente estaba orgullosa de ello. Ella entendía que de esa manera mantenía una tradición que se perdía lentamente, año con año. Era una liga muy especial y fuerte con su mamá y con su abuela. Y sin saberlo, una conexión con sus antepasados más antiguos, de donde había nacido el “metlatl”, utensilio donde se creaba y procesaba la masa para las tortillas, la pulpa de cacao para el chocolate y las mezclas de chiles y verduras para las salsas. Esencias de México y de su vida diaria.

La comida fuerte de nochebuena, la principal, era proporcionada por la familia de Cuca, pero los invitados no queriéndose quedar atrás, complementaban como dicen en Chiapas, “galán” con otros platillos, bebidas y botanas. La cena estaba lista y una impresionante variedad de platos estaban en la mesa y en todos los muebles del comedor. No había mesas para comer y apenas alcanzaban las sillas para sentarse. Romeritos con tortas de camarón y papitas, galantinas rellenas de carne y almendras al vino tinto, pierna de cerdo a la ciruela (hecha por Doña Hilda, en unos años la suegra de la Cuca), espagueti en crema de poblano, una olla de barro llena de arroz a la mexicana (especialidad indiscutible e incomparable de la abuela Celia), otra olla con queso de Altamirano en salsa (una exquisitez de la abuelita Juanita), bacalao a la Vizcaína (especialidad de Silvia, la hermana mayor de Cuca), ensalada de navidad (especialidad de Doña Esperanza), pan del “Globo”, tortillas calientitas en varios “tompiates de palma”, vinos tinto y blanco (de los “dulcecitos” no secos, pues a las tías Carmen y Alicia no les gustaban), sidras de Jilotzingo, Puebla (llevadas por Nacho, quien sin saberlo Cuca, sería su padrino de bodas), ron, tres botella de whiskey (proporcionado por Don Jorge, el papa del novio de Cuca), uno que otro coñac (galantería del abuelo Luis), todo tipo de “refrescos” o “sodas” como le dicen en el norte y dos ollas grandes de barro con Poche de frutas con y sin piquete (alcohol). Platos de botanas conteniendo totopos con frijoles refritos con queso añejo (nada extranjerizante como “Nachos”!), cueritos y patitas de puerco en vinagre, chiles cuaresmeños rellenos con atún o queso y marinas de mole y pollo. Platos con diversos dulces y chocolates, nueces, pistaches, cacahuates, frutas secas y cristalizadas. En el patio, la piñata, colgada, brillaba y se mecía “maloreando” a todos. Debajo de ella algunos niños saltaban tratando de arráncale algún chinito de papel, mientras que otros trataban de sacar “palomas”, “buscapiés” o “varitas de luces de estrellas” de la caja de cohetes resguardada celosamente por Fernando el hermano de Cuca que no la soltaba. Gritos, carcajadas y murmullos por toda la casa y el patio. Frenesí y frío de la noche de navidad.
Antes de la cena, la Posada, la última, las más grande y ruidosa de todas. Las tías Yola y Queca se encargaban de repartir las hojitas que contenían la letanía, las velas-sin-prender y dirigían y definían los dos grupos de comensales que habrían de representar a los peregrinos y a los caseros que los recibían. En una caja de cartón se había adornado y acomodado un “nacimiento” que sería la cabeza de la procesión. Al tiempo convenido, se prendían las velas. Ese momento era el esperado por muchos niños, su imaginación febril se escapaba y comenzaban a jugar de lo lindo. A pesar del “pendiente” de las tías, Vic, Elsa y El Chamoy (por lo salado de su suerte) comenzaban a llenar de parafina derretida sus manos, ropas y cualquier cosa a la mano, o a quemar lentamente las hojas de la letanía. Incluso Cuca disfrutaba quemando el pelo de su prima Tita. El olor se extendía y delataba las travesuras. Sshhhhsssshhhhhuuuuuuuuu  PUMMM!” estallaba por allá una chinanpina que algún niño traía escondida. Todos reían y regañaban al Güicho, quien triunfalmente reía y hacia caso omiso de todos. “Eeeeenn el nombre del cieeeeeeeloooo ooooosss pido posaaaaaaada, pueeeeees no pueeedee andaaaaaaaar mi eeesspossaaaaa aaaaaaamadaaaaaa” comenzaba el grupo de afuera, que gracias al ponche con piquete no sentían el frío y comenzaban a entonar mejor. Los de adentro contestaban “Aaaaaaaquiii no es messooooooonnn, sigaaaaaaaannnn aaadelanteeeee yo no puedo abriiiiiiiiiiirrr no sea algun tunaaaaaaaaaaaaaaaaaaannnteeeeeee”. Los versos se seguían y ya hasta los niños participaban, anticipando la entrada a la casa, la comida y ante todo la piñata. Los peregrinos entraban, rodeados de gritos, confeti y olor a quemado, las tías se apuraban a apagar las velas de los escuincles para que no causaran más daños. Y así la cena daba comienzo y al terminar, a romper la piñata.

“Dale, daale, daaale, no pierdas el tino, mira la distancia que hay en el camino” y la piñata brincaba por el aire y “tentaba” a Eva al turno con el palo. De alguna manera, la piñata representa lo que la navidad es, la felicidad, el ruido, el color y la esperanza de encontrar algo mejor – casi por magia – representado en el contenido de un objeto brillante, multicolor que habrá que ser roto para liberar sus regalos. Una simple, humilde olla de barro transformada por nuestra imaginación en el porvenir, en nuestro futuro. Un carrito, un dulce, una fruta, dinero dorado que contiene un chicle o un chocolate, muñecos varios dentro de la panza de la olla. Romperla es un gran mérito, sobre todo si se está bien vendado para no ver. Pero lograr ganar –entre todos los niños y adultos que se avientan y pelean por el contenido de la misma al ser reventada- un pedazo de ella misma es aún más valioso y con ello también se gana un recipiente para guardar todo el “botín” colectado. En seguida y ya llegando la madrugada, los “cuetes”. Bajo la mirada muy atenta de varios adultos, el tío Benjas repartía a todos varios tipos de cuetes y pequeños fuegos artificiales. Las “palomas grandes” eran solo para adultos y se ponían dentro de botes de metal que salían disparados cuando tronaba la “paloma”. Ruido, muchos gritos, carcajadas, olor a pólvora quemada y luces de todos colores saliendo de “escupidores” llenaban la atmósfera del patio de la casa de Cuca. Los pobres perros de los vecinos temblando de miedo se metían dentro de algún rincón por las explosiones. Con ello se daba por terminada la diversión oficial de los menores y Cuca por fin tenía un tiempo para su novio, el tragón de Jorge que, afuera en el patio, todavía andaba saboreando una torta bacalao que se había confeccionado con un baguette del Globo y que “resbalaba” con unos tragos de rico vino blanco alemán.

La vida en México se desarrolla alrededor de la comida, en la elaboración de la misma y en la convivencia para su disfrute. La comida para nosotros los mexicanos, es más allá del prosaico proceso de ingerir nutrientes para adquirir energía y funcionar. En México estamos muy lejos de centrarnos en solo el valor nutricional o  ético de lo que comemos como ocurren otros países, el sabor y las texturas es lo que nos mueve. Quizás por ello nuestra cocina ha sido declarada recientemente Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La comida, es un hábito que rige prácticamente todas nuestras actividades, cualesquiera que ellas sean. Los amores, las amistades, los negocios y claro, las familias, se forman, se nutren, se rompen y se refrendan en una comida y claro, muchas, muchas veces acompañados por unos “tragos”, frecuentemente muchos durante estas fiestas. Así que en ellas, en nuestro país, es primordial que la comida sea extraordinaria. Doña Juana, Doña Esperanza y aun la tribulada Cuca, así como todos los que contribuyeron con sus esfuerzos y dedicación al concebir y preparar todo el banquete, dan un mensaje de manera clara – y muy sabrosa – a los familiares y amigos, que son bienvenidos, que son queridos y que son respetados. La comida al igual que las tradiciones, transmiten los sentimientos de las personas que las crean y los que la comen o practican se transforman y entienden su mensaje.

  …..Nacha pidió a Tita que se fuera a dormir ya que de tanto que lloraba, las lágrimas caían en la masa del pastel y le costaba más trabajo batirla. Tita se fue a dormir y Nacha al probar la masa del pastel vio que las lágrimas de Tita no habían alterado el sabor, pero sintió una gran nostalgia…..…cuando por fin llegó el momento de comer el pastel todos los comensales entraron en una nostalgia profunda…(Como Agua Para Chocolate, escrito por Laura Esquivel, 1989).

Jorge Macías Samáno 

jueves, 20 de diciembre de 2012


Viajeros en los Tiempos
No es karma, solo causa y efecto | Juan Carlos Navarro


[ Ya estaba yo, ahí sumamente desesperado a que se acercara la hora en donde por aquella puerta de cristal pasaría el primer invitado, tronándome los dedos, caminando de un lado a otro, hablando solo, checando que todo estuviera completamente en orden, el árbol de navidad, los regalos, el vino, el pavo en el horno soltando esos anestésicos aromas a un sin número de especias, salsas y combinaciones culinarias que siempre y por un sin número de razones me hacían recordar la cálida sonrisa de mi madre.

No paraba de ver, una y otra vez ese reloj que por años había acompañado a la muñeca de mi mano derecha y que era un regalo muy apreciado por venir directamente de manos de mi abuelo; Ella, que preparaba uno de esos manjares para deleitar a nuestros invitados, se ríe entre dientes, cantando los acostumbrados villancicos que sonaban desde ese viejo aparato, el cual tenía unas pequeñas bocinas abolladas de tanto haber probado el suelo, cuando no podían contener más los decibeles de la música; levanta la vista y con esos ojos, de los cuales siempre estuve enamorado me mira y me dice con una sonrisa dibujada en la boca… “Vendrán los que tengan que venir”… mientras metía una gran cuchara de metal en algo que parecía hervir en extremo.

Me hago de una cerveza y me siento en el sillón raro, mientras mi mente aún sigue volando, desesperada, habida y siempre con la vista en la misma puerta de cristal, esperando que mi ilusión, mis sueños, todos mis sueños, mis fantasías y locuras se vuelvan realidad.

Cabe decir en este punto que yo soy un científico frustrado, con mucho de improvisado, con escaso método, parcialmente empírico de algunas habilidades matemáticas y físicas, inexperto en el correcto trato con la ciencia; pero eso sí y de eso ella; la que seguía riendo amorosamente de mi al ver mi mente puesta en ¿quién sabe dónde?, puede testimoniar; con mucha imaginación e incontable deseo por emprender proyectos que tenían todo de ciencia ficción y nada de real.

Esta inquietante espera, se debía a uno más de mis locos experimentos, seguramente inducido por la lectura que en ese momento me ocupaba; les cuento:

¡Jo-Jo-Jo! Viajeros en el tiempo.

Las paradojas… esas que a algunos nos intrigan hasta el agotamiento encefálico  y que a otros los desquicia de sobremanera; en eso la pregunta; ¿Podremos viajar en el tiempo? – La paradoja del abuelo “si viajas en el tiempo, hacia el pasado y por accidente matas a tu abuelo; ¿Podrás viajar en el tiempo sin que tu abuelo exista para engendrar a tu padre?... ¡¡mierda!!… analicemos.

La cabeza da vueltas y se discurre como agua tibia entre los dedos de los pies cuando los metemos en una tina para tratar de curarnos los resfriados… y de repente dije: ¿Qué pasaría si alguien en un futuro lejano ya ha inventado una máquina del tiempo?, me pongo a investigar sobre hazes luminosos curvados, sobre espacio tiempo deformado por singularidades provenientes de un colapso de alguna molesta estrella de neutrones y llego a la conclusión de que es un problema muy complejo, para lo cual solo se me ocurre realizar el siguiente experimento:

Escribo una carta con la siguiente redacción:

NAVIDAD PARA LOS VIAJEROS EN LOS TIEMPOS:
ESTIMADOS AMIGOS, VIAJEROS DE LOS TIEMPOS, HOY 20 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2012, LES ESCRIBO LA PRESENTE INVITACIÓN:
DARÉ UNA GRAN FIESTA NAVIDEÑA POR Y A RAZÓN DE DOS GRANDES CIRCUNSTANCIAS: 1) CELEBRAREMOS LA NATIVIDAD Y LAS FIESTAS Y 2) CELEBRAREMOS QUE USTEDES SERÁN LOS PRIMEROS EN ASISTIR A UNA FIESTA NAVIDEÑA EN LA CUAL NO EXISTIRÁ CAUSA PROBABLE QUE NOS IMPIDA CELEBRARLA, A MENOS QUE EN REALIDAD EL VIAJE EN EL TIEMPO SEA IMPOSIBLE; CASO CONTRARIO LOS ESPERAMOS GRATAMENTE EN NUESTRA CASA, BEBEREMOS, CENAREMOS Y CHARLAREMOS LARGO Y TENDIDO SOBRE UN SIN NUMERO DE COSAS, SI VIAJAN AL PASADO: POR FAVOR INVITEN Y TRAIGAN CONSIGO A NEWTON, GOETH, PANCHO VILLA, A LENNON Y A DALÍ… LOS ESPERO CRONOMÉTRICAMENTE PACIENTE EN LA SIGUIENTE POSICIÓN: 

LUGAR: 93°16’12.82” W, 16°13’58.89” N
TIEMPO: 24/12/2012 20:00:00 HRS CENTRO

SU AMIGO EN EL TIEMPO… JUAN

El experimento consta en, de alguna forma hacer que esa carta, prevalezca durante los tiempos, haré un sin número de copias, esconderé muchas en muchas bibliotecas otras en casa de la familia y los amigos, otras más las enterraremos en esas famosas capsulas de tiempo las cuales son rellenadas con un sinnúmero de mensajes para preservarlas y enseñarles un poco de nuestro presente a las futuras generaciones y una copia la dejare en el medio de este libro de pasta negra que me regalo mi madre.

Pues como al inicio dije, estaba yo desesperado, tronándome los dedos, en espera impaciente a que la puerta de cristal frente a la cual yacía yo sentado con una cerveza en la mano sobre el sillón raro, se abriera con algún invitado excéntrico y atemporal.

19:45 hrs… me he bebido dos cervezas y le marco al teléfono celular a Hugo, para preguntarle si él va a traer el vodka o lo tengo que comprar yo; el me responde de muy buen humor, “¡ya sabes que si turco!”… sonrío forzadamente y le digo “¡ok! No tarden los viajeros están por llegar”

19:50 hrs… Es Yannyzeth, mi  hermana la que me dice por el teléfono: “Negrito, dice tu madre que llegaremos más tarde por que iremos por abuelita, llegaremos como a las 11:00 p.m.”… con nerviosismo le digo: “está bien pero: ¡por favor!, no dejen de venir, ya están por llegar los viajeros del tiempo”

19:55 hrs… Estamos muy nerviosos, solos, los dos, esperando a que cuando se abra la puerta se nos presente alguien que no sabemos si será del pasado o del mismo futuro…

20:00 hrs… El tiempo y el lugar pactado, le tomo la mano fuertemente, esa mano que no deja de sudar copiosamente y que esta trémula de miedo, pero la cual también y recíprocamente recibe un apretón de la otra mano, la de ella… Y en eso se abre la puerta y entraaa… ]

La vida es la búsqueda constante por cumplir nuestros sueños

Elea, al igual que alguno de ustedes, también se quedó intrigada por quien era el personaje que había llegado primero a la fiesta navideña de los tiempos, ella se había topado con ese libro negro  que traía un extraño papel doblado en el medio y que le había regalado su abuela a su padre y… pues está demás decir, es intuitivo que Elea es la hija de Juan.

Cuando Elea se topó con ese libro de pasta negra, ella ya tenía 34 años, estaba sentada casualmente con sus hijos frente al árbol de navidad, el cual habían puesto al lado de esa vieja compilación de libros que sus padres le habían heredado, ella no pudo evitar las lágrimas cuando leyó ese texto perdido entre tantos libros, y recordó algo que siempre su padre le decía al oído cuando ella estaba por dormir: “Nuestra única esperanza es que todo lo que hacemos permanece”.

Nunca sabremos si a aquella fiesta del 24/12/2012 llego algún invitado viajero del tiempo, no sabremos si llego Goeth o el Inventor de la máquina de los viajes temporales, pero tuvimos una gran enseñanza una lección para la vida; solo y en ese momento llegamos a comprender que no es necesario tener maquinas del tiempo, no son necesarios viajes espaciales ni a través de agujeros de gusano para poder lograr vencer al tiempo, existen otros caminos, la imaginación, el amor, la escritura, la lectura, el conocimiento… ¿Cómo lo sé?...

Esa navidad del 2046, yo estaba sentado con mi hermana frente a ese árbol a lado de los libros que mis abuelos le habían heredado a mis padres, ¡claro!... mi madre es Elea, yo tenía solo 8 años cuando mi madre nos había leído en voz alta la carta a los viajeros en el tiempo que mi abuelo había redactado y dejado doblada en medio de ese peculiar y tan mencionado libro negro que su madre le había regalado, lo recuerdo con nostalgia y un grato sabor, lo recuerdo vívidamente, recuerdo como las lágrimas de mi madre, tibias y tiernas escurrían sobre mis hombros, mientras nos abrazaba a mi hermana y a mí… es por eso que; Juan, Juan Carlos mi abuelo, entre tanta excentricidad, locura y amor creo tenía algo o mucho de razón cuando decía: “Nuestra única esperanza es que todo lo que hacemos permanece”.

Yo ahora tengo 29, es el año 2075, redacto nuevamente esto esperando, anhelando que la ilusión, los sueños, las fantasías y locuras de ese viejo canoso tan peculiar se vuelvan realidad. Tengo la Esperanza de que alguna vez lleguen los viajeros en el tiempo a casa del soñador Juan Carlos para celebrar esa navidad del 2012… Mi abuelo

[Y de repente]… Un flashazo en el rostro, aun la baba estaba fresca en las comisuras de mi boca, retiro mis brazos que se ceñían por el reborde incomodo de ese escritorio de cristal en “ele” y que eran provocadas a causa de una prolongada exposición sobre él, con la mano derecha me limpio la boca, notablemente confundido y somnoliento, miro a Judith aun confundido, despeinado y con una mueca chueca por el agotamiento, ella sonriendo y con la cámara fotográfica en la mano me dice; “¡Basta de soñar, es hora de ir a trabajar!” …

<<El Efecto>>

Les dedico este texto a todos los que se toman parte de su valioso tiempo para leer, de los cuales y para los cuales escribo estas líneas, de poco o mucho significado, gracias por leer, Felices fiestas… para todos, en especial para Judith, Elea y la señora que me regalo el libro de pasta negra mi madre!

Juan Carlos Navarro
@giancarlonavesc

(A brief History of Time – Stephen Hawking) – El tan mencionado libro de pasta negra

miércoles, 12 de diciembre de 2012


El Verde es Vida y... La Vida una Bebida
No es Karma, solo Causa y Efecto | Christian Del Rosario Morales



El sábado muy de mañana decidí emprender un viaje. ¿Con destino? Si!! ¿Con horario de ida y de vuelta? También!!.  ¿Qué haría en el camino? No lo planee.
El motor del vehículo inicio a toda marcha, como gran cómplice y compañero de viaje. Pasamos pueblos, vimos a muchas personas, todas trabajando. Los campesinos en el campo, las señoras haciendo aseo, los niños jalando unos caballos y también burritos, algunas personas lavando ropa, otras vendiendo a las orillas de la carretera. Gritos que se oían en el aire, como: Apúrate, descuelga la ropa. Ese caballo niño, jálale la rienda. Apúrate se hace tarde. La comida, la tortilla, ve a la tienda, entre muchos gritos más, todos en total desesperación.

La calma reynaba en mí, solo veía mientras pasaba por la carretera. Ante todo esa gente, parecía que yo no hacía nada relevante (en comparación de ellos).
Cuando dejamos a tras los pueblos, solo empezaron a aparecer en nuestra vista árboles, plantas, cerros, flores. ¡¡Flora!! Que magnifico, un paisaje, una vista totalmente diferente a la anterior (la de los pueblos). Acá, corría el aire, pero trotaba lento, los árboles y las flores se mecían, pero también era lento y los cerros, allí, allí tan quietos. 

Para el lado que yo girará mi vista, encontraba el color VERDE, al verlo se siente una chispas, un despertar. EL VERDE ES VIDA.

No pudimos evitarlo, el carro tenía que detenerse y quedo estacionado, tal como mi cuerpo.

Pensé y compare, en un antes y un después. Y les diré, en mi vida, como tal vez en la vida de alguno de ustedes, no puedo pasar estas dos estaciones: La del pueblo y la del campo.

A veces vivimos tan a prisa. Corremos para llegar algún lado, planeamos tanto, que fragmentamos muy bien las horas del reloj. El trabajo, la casa, la familia, tantos lugares a los que tenemos que ir, tantos cosas que hacer, tantos compromisos que cumplir. Todo es el tiempo, y realmente: ¿Nos damos un tiempo? ¿El tiempo realmente está bien administrado? Creo que si destinamos tiempo para “todo”, sin incluir tiempo para nosotros, NO, no está bien administrado.

Descubrí en medio de la naturaleza allí detenida sobre la carretera, que el   camino de la vida es largo, un principio sin fin. ¿Pero? Nuestra vida terrenal, opino: es pasajera. Así que realmente, cuando me refiero a tiempo para TODO, nos incluye a nosotros, no podemos de dejar dedicarnos tiempo, no podemos llevar todo tan deprisa, cuando también se puede disfrutar plenamente, la soledad, el pensamiento, la naturaleza.

El verde, despertó muchas cosas en mí. EL VERDE ES VIDA. Y la vida: UNA BEBIDA. Una bebida que se siente, un con mezcla de sabores y sin sabores y muy a pesar de eso, no deja de ser, mi preferida. 

Christian Del Rosario

miércoles, 5 de diciembre de 2012


“No esperes que la luz del destino ilumine tu vida, ilumínala tú”

 (Alejandro Jodorowsky)

No es Karma, solo Causa y Efecto | Jorge Macías-Sámano



—Mi traducción prosaica de esta sencilla pero profunda reflexión—

Alguna vez no han tenido como la visión o no se como llamarlo, de ubicarse dentro de todo lo que les rodea y verse como solo un componente de todo ello y sentir que la realidad es como muy personal, es como diferente para cada uno de nosotros. La vida, toda, es como una suma de realidades. Digamos, cada uno somos como una hoja en el caleidoscopio y en la dimensión múltiple de follajes de un bosque. Aun así, existen patrones de follajes, y por ende existen también patrones de realidades.

En ciencia, para entender algo, se separan sus componentes y se van analizando cada uno de ellos por separado. Posteriormente estos se integran y así se tiene una idea de cómo están interrelacionados y lo que resulta de esa integración. En general la ciencia trabaja buscando patrones para entender patrones mas grandes. Pero definitivamente solo son patrones, con variantes, y a veces con variantes muy grandes.

En la vida, veo que existen dos patrones generales que considero son unos - de los “esenciales”- para desarrollarla. Digamos, son los patrones de como vemos nuestras vidas, como las vivimos. Algunos dejan que la vida los lleve y esperan ver que les depara el destino. En cambio otros, buscan, cambian, se aventuran para llevar y realizar la vida que ellos quieren, no lo que la vida les ofrece.

A continuación relato una historia totalmente ficticia que trata de ilustrar el punto de los dos patrones y los alcances de ambos. Sin temor a equivocarme, tanto los lectores como yo, podemos identificar y quizás hasta ubicarnos en uno de ellos. Aclaro, no es un patrón mejor o peor que el otro, simplemente existen. Dentro de estos dos patrones generales, la mayoría de nosotros nos encontramos y a veces, como un péndulo, vamos del uno al otro. Nada en la vida es perfecto, pero la resultante de cualquiera de los patrones, debiera ser positiva, al menos debemos de tratar honestamente de lograr que así lo sea…

Algo sobre Silvio

Como todos los días, Silvio se levantaba y lo primero que hacia era rezar y pedir de miles maneras al destino de que se le realizara lo que tanto anhelaba: un buen trabajo, una buena mujer, tener un carro, una casa y la posibilidad de que el equipo en que él jugaba ganara el campeonato.

Era una persona de esas que le “echan muchas ganas”, madrugaba y siempre trabajaba. El hacia todo lo que le decían, no tomaba iniciativa. Seguía las indicaciones tal y como se las decían, siempre “iba a lo seguro”, no quería cometer errores. Tenía hasta dos trabajos, nadie podía decir que era flojo, no, para nada. Además, había terminado una carrera, aunque nunca se tituló. Silvio, al igual que muchos “casi-titulados” no entendía porque teniendo estudios, no era seleccionado para los trabajos, aun aunque había salido con un buen promedio. Culpaban a los “recomendados”, a los que “pagaban mordida” e incluso a la mala suerte, esa que no le permitía estar en el “momento adecuado” o tener “los conectes necesarios”.

Silvio no pensaba que debía de buscar y comenzar a “construir” sus propias oportunidades, el hacerlo mediante mejorar su actitud, o de esforzarse en ver porque no salían las cosas. Eso era complicado y requería de tiempo, de paciencia. Él no le gustaba complicarse la vida y además no tenia tiempo, él solo quería estar seguro de que las cosas ocurrirían. Estaba claro que trabajando duro, siguiendo la reglas y sin aventurarse en ideas raras o evitando riesgos innecesarios, lograría lo que quería. Lo clave era mantener un trabajo y así, asegurando un sustento, sintiendo la seguridad de un trabajo permanente, sabría que lo demás llegaría. Así ocurrió con su papa y con su abuelo.

Si bien él no era un creyente ferviente, seguía costumbres religiosas que le hacían sentir que era una buena persona y que tenía asegurado el perdón de sus malos pasos. Tenía una imagen de la Guadalupana en su sala, siempre se persignaba y daba limosna cuando se paraba en la iglesia. Todo eso era importante, pues así aseguraba que la divinidad lo guiaría y definitivamente tendría su bendición en lo que hiciera, pues era un buen cristiano. Igualmente, él no se perdía de comprar “su número” para jugar la lotería y el “me late” sabia que algún día la suerte, el destino le sonreiría y le “pegaría al gordo”. 

Llego el tiempo que Silvio por fin encontró el trabajo perfecto, en el gobierno. Después de aguantar vaivenes políticos y dado que su puesto no era de “jefes”, logro mediante el sindicato obtener una plaza permanente. Ya la “tenia hecha”! Era perfecto, solo debía hacer lo que le dijeran, cumplir un horario y hasta aguinaldo recibiría. Ya tenía el primer paso dado. Sustento asegurado. Ahora la novia.

Él había estado cortejando a una muchacha muy bonita y mas joven que el, casi diez años de diferencia. Sencilla hasta cierto punto. Había estado con ella en la escuela, tenía las mismas creencias religiosas y hasta vivía en la misma colonia. Ella vivía con sus papas y trabajaba de empleada en un almacén de ropa. Vestía a la moda y le fascinaba salir a divertirse. Irene, ese era su nombre, también gustaba de seguir la vida de los artistas en revistas y de vivir la vida de otros a través de las telenovelas. Tenia planes de casarse, no de hijos todavía, pues quería pasársela bien un rato, mientras joven. Pero pues sabia que eso requería dinero y cuesta ganárselo, y más si solo se trabaja como una empleada. Coqueteaba con la idea de “ligarse” a un tipo con algo de dinero, que le pagara sus gustos y quien sabe, hasta quizás casarse con el.

Irene y Silvio, comenzaron a salir y se llevaban bastante bien, a pesar de que ella quería alguien con un poco mas de futuro. Si bien Silvio tenia trabajo, no pensaba o se aventuraba a ver algo mejor o con mayor proyección y mucho menos quería “tentarle a la suerte” con hacer algo que pusiera en riesgo su puesto en el gobierno. Siempre llegar a tiempo, cumplir con su trabajo y no crear problemas, esa era su moto. La relación con Irene se desarrollaba adecuadamente. Para Silvio ella era perfecta, bonita, joven y solo le tenía que cumplir sus gustos, a veces caros. Pero estaba seguro que con el tiempo, la convencería de casarse y tener familia. Silvio soñaba con tener un chamaco para jugar con él futbol.

El tiempo pasó y en el trabajo encontró maneras fáciles y sin mayor esfuerzo para obtener ingresos extras. Siempre siguiendo la idea de hacer lo que le dijeran sus jefes para asegurar su sustento, comenzó a apoyarlos más allá de su trabajo normal. Primero “tapando” las escapadas del jefe con su amante en horas de trabajo, posteriormente poniéndolo al tanto de lo que el director manejaba del presupuesto y de su campaña política dentro del partido en el poder. Información que su propio jefe usaba para obtener favores del director mismo. Sin querer Silvio había entrado en la maraña de la corrupción y del “compadrazgo” del sistema burocrático. Así, solo buscando “subir” en el sistema sin necesidad de complicarse la vida con más estudios, con proyectos nuevos o probando otros ambientes. Como él lo veía, la vida, el destino, ahí lo había puesto y sería un tonto si no lo aprovechaba. Además si no lo hacia él, otro lo haría y el tenia que asegurarse una mayor percepción. Percepción que su jefe, en pago a sus “favores” devolvía con “viáticos” y con “horas extras” no devengadas. Además ya Silvio acariciaba la posibilidad de entrar al partido político!!!! y convertirse en un influyente funcionario. No sabia que para eso se requería mas que solo hacer su trabajo, se requería ambición y audacia, cosas que el desconocía.

Sin querer, solo buscando la seguridad de una entrada económica y la tranquilidad de trabajar para mantener a su familia, Silvio mantenía y ya era parte del sistema burocrático, ese que se perpetua a si mismo, ese que es ineficiente, ese que demora y a veces detiene por completo el avance de un país. Donde por un dinero y una posición, miles, millones de “Silvios” apoyan y son usados por unos pocos, los “ganones”, los poderosos.

Esos ingresos extras fueron instrumentales para casarse con Irene, acabándola de convencer con una luna de miel en Cancún, en una casa para vacacionar de un político amigo de su jefe. Saldría caro y usaría las tarjetas de crédito que celosamente no usaba, pero valdría la pena, Irene lo valía. Ella, no tan convencida por Silvio mismo, si no por la vida que le esperaba con las influencias que iba teniendo su futuro marido. Poco a poco, todo se iría dando, el destino le sonreía a ella y prácticamente sin esfuerzo alguno. Se casaron un viernes por la iglesia y al año ya estaban esperando su primogénito. El destino los llevaba, los llevaba de la mano a ambos y les sonreía.

La vida de Silvio no estaba falta de vicisitudes, una de ellas era su frustración constante de no hacer lo que le gustaba, digamos profesionalmente hablando pues él estudió Ingeniería Mecánica; además por  depender forzosamente de la relación y vaivenes de lo que acontecía a su jefe. Y no se diga de las largas horas de trabajo y de viajes. Mas tenía claro que el camino que seguía le daría la paz económica para lograr lo que quería. De alguna manera sus frustraciones se calmaban, o más bien se olvidaban, al ver crecer su ingreso y reunirse con sus amigos para ir o ver los partidos de futbol. Ahora tenia una televisión de pantalla gigante (incluso tuvo que modificar su estancia para que cupiera) que le proporcionaba la inmensa alegría de ver los partidos. Al igual que millones de personas, incluida su novia Irene, se sentían identificados con las personas de la tele. Vivían a través de ellos, de los personajes, sus vidas, sus triunfos y sus angustias. En pocas palabras “vivan” la vida que ellos  querían y no tenían. Era irreal, pero ayudaba a llevar sus propias vidas. Estaban por demás “conectados al sistema” tal y como lo describe Morfeo en la película de Matrix.

Siempre como apoyo y de toda la confianza de los jefes, Silvio mantuvo su trabajo y las “migajas” que le llegaban, pues nunca logro que lo tomaran en cuenta para puestos claves, ya no tenia la ambición o la visión para ello. Aunque hubo cambios dentro del gobierno, la fuerte mancuerna y el equipo formado con su jefe - siempre apoyados por el partido y su modus operandi de “recomendados”- llevo a Silvio a mantener a su familia de manera modesta hasta que se jubilo con su pensión del ISSTTE. Había logrado todo lo que quería en la vida, estaba jubilado, tenía carro, casa, familia y hasta un hijo que ya jugaba en la segunda división del futbol y prometía llegar más allá. Irene era una buena madre, siempre en la casa, siempre cuidando a los otros dos hijos, Norma y Pepe, ambos ya en prepa.

La mayoría de nosotros, al igual que Silvio e Irene, buscamos una estabilidad económica y poder desarrollar nuestras vidas con base a una familia o a una actividad que nos gusta. La manera en que lo hagamos es variable, incluso a veces es diametralmente opuesta. En el caso de Silvio e Irene, su vida se centra en la búsqueda de un sustento seguro, es decir una percepción económica sobre la cual fincar sus vidas. Debido a ello, tuvieron que irse ajustando a lo que les “ponía el destino enfrente” de acuerdo a su premisa, obtener dinero, por supuesto para subsistir no para hacerse ricos. Porque alrededor de esto último, también se puede hacer la vida, pero se requiere otra actitud.

Pero veamos otras constantes en la vida de Silvio. Como lo describí, él “le echaba muchas ganas”. Todos sabemos que esto significa trabajar duro, continuamente y esto incluso muchas veces lo pedimos y lo aconsejamos a quien nos rodea. Pero ello no es sinónimo de trabajar bien y de manera inteligente. Para ello es indispensable saber lo que estamos haciendo, ir aprendiendo y construyendo a la par oportunidades que nos permitan avanzar y mejorar. Acciones que eran ajenas a Silvio e Irene.

La actitud de Silvio de ir a lo seguro, seguir las reglas y de buscar el dinero en lugar de lo que le gustaba o tenia aptitudes para ser, marco totalmente su vida, limitándola de manera determinante. Al no buscar oportunidades, al no aventurarse con alguna idea propia o tratar de definir sus propias reglas, tuvo que tomar lo que la vida le daba. Nunca se dio la oportunidad de conocer sus capacidades y de conocer otras posibilidades de desarrollo. Incluso, dado su ambiente y demandas de trabajo, pocas oportunidades tuvo de conocer otras maneras de pensar a través de otros escenarios o personas. Su universo de vida era feliz y desahogado económicamente hablando, pero restringido, intelectual y socialmente.

Culpar a la mala suerte o a otros (incluida la voluntad divina) es la salida más fácil que tenemos para no enfrentar la realidad y nuestros propios fracasos. El detenerse ante un problema o fracaso, analizar y ver primero, la enseñanza y luego las maneras de salir, es uno de los mecanismos mas importantes pera madurar y permite el construir realmente una vida plena.
La vida misma construyo la vida de Silvio. Mas Silvio, al igual que muchos de nosotros, podemos construir nuestras vidas, bajo nuestros propios términos y así apropiarnos de nuestras propias vidas, valga el pleonasmo! Seamos nosotros. Todo lo que necesitamos es actitud, deseos de trabajar constante e inteligentemente, consientes de las consecuencias, construyendo, siempre construyendo.

Haciendo memoria de una frase vieja pero terriblemente cierta, “la corrupción somos todos”, en nuestro transito por la vida caemos en usar los caminos fáciles y a veces promovemos o realizamos (consiente o inconscientemente) acciones que perpetúan al sistema pervertido que mantiene un régimen donde se construye para el poderoso y no para quien mantiene al sistema mismo. Y lo peor del asunto, nuestros hijos, nuestros alumnos, aprenden con nuestro ejemplo pues les “heredamos” muchas cosas, incluida nuestra visión de la vida y como la vivimos.

Como para muchos, para mí la vida es como un barco. Paulo Coelho de una manera muy bella, poética y pragmática a la vez, describe un barco diciendo “Un barco esta a salvo en el muelle, pero no es ese el propósito del barco”. Nuestra vida debe de ser vivida, y merece que busquemos sea en nuestros términos, pues al menos seremos felices, realmente felices.


Jorge Macías-Sámano

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Leonora y Jeremy Sanders

No es karma, solo causa y efecto | Juan Carlos Navarro





¿Qué puede tener de entretenido?... ¿pasar la vida de esa forma lo llevará a algún lado?

<< La Causa>>

“Leonora:

Espero no te moleste una más de estas peticiones que parecen por demás  extrañas pero: ¿Qué crees? Se me ha olvidado comprar el numeró mensual  del comic que tanto me gusta y ahora no puedo ir personalmente, te encargo que me hagas el favor de comprarlo… ¡TE AMO!
Jeremy”

Jeremy Sanders; ¡vaya tipo!, a pesar de ser un reconocido dibujante de comics para el segmento de entretenimiento del periódico de Grudenville;  siempre vestía con pantalones cortos, camisetas de beisbol o de bandas de metal, de aspecto descuidado, una gorra mal oliente siempre, sobre su cabeza que ya pintaban muchas canas, noctambulo por naturaleza, necio, melindroso, un poco loco y muy inmaduro para algunos o muchos  aspectos importantes de la vida, ese era él.

Si nos apegamos a la descripción que hasta ahora llevo de Jeremy, bien ustedes podrán definir claramente que del que hablamos es un niño de entre 10 y 13 años; claro (excepto por las canas y lo noctambulo), pero no; Jeremy se acercaba a la edad a la que Jesucristo fue crucificado, Jeremy ya casi cumplía 33 años y… casi sin quererlo para él también se venía algo de naturaleza fatal, pero sin llegar a los hechos que remembra la biblia en el viacrucis.

Leonora, siempre se solía preguntar al ver a Jeremy sentado sobre el suelo con las piernas velludas cruzadas, una sobre otra en posición meditabunda y con cara de estupefacción al intentar armar un cubo rubik, jugar con su teléfono o al jugar con un tangram: ¿Qué puede tener de entretenido?... ¿pasar la vida de esa forma lo llevará a algún lado?...

A veces con el coraje y confusión que se ahoga en la garganta; Leonora se daba media vuelta y lo dejaba seguir en trance lúdico; solo hasta que Jeremy olfateaba ese delicioso aroma de su amada; se paraba destrabando esas piernas que ya le dolían al permanecer esa posición y se acercaba con ella, a reconciliar los descuidos por su distraído comportamiento.

Es implícito y esta por demás decir que Leonora amaba a Jeremy (sino como aguantar a tal sujeto), solo que esta vez Jeremy había rebasado ciertos o… todos los limites.

Ese Jueves Leonora, llego cansada por las presiones habituales de su empleo, se acercó a ese gran refrigerador de puertas blancas, abrió de par en par las mismas, sacó la botella del rioja que se enfriaba en el bello armatoste gélido y se sirvió medía copa del elixir de exquisita rojura… al cerrar las grandes puertas blancas frente así, mira una pequeña nota escrita en un papel amarillo que decía:
  
“Leonora:

Espero no te moleste una más de estas peticiones que parecen por demás  extrañas pero: ¿Qué crees? Se me ha olvidado comprar el numeró mensual  del comic que tanto me gusta y ahora no puedo ir personalmente, te encargo que me hagas el favor de comprarlo… ¡TE AMO!
Jeremy”

Ni bien termino de leer, tan peculiar nota; hizo pasar a través de su garganta un sorbo grande de vino, el cual le raspo las amígdalas por efecto de los taninos que el contenía y sale disparada sobre el rincón donde Jeremy solía ir a dibujar y  jugar,  tenía un si numero de artilugios, juguetitos, comics, revistas, colores, crayones, pinceles, lápices, espirógrafos y demás cosas que parecería pertenecer a un anaquel de un jardín de niños.

Con furia, Leonora extiende el brazo sobre los estantes blancos que tenían y en donde Jeremy tenía puestas todas esas cosas, y lo arrastra sobre el haciendo que todos esos juguetitos se precipiten sobre la oscura boca de una bolsa de basura, recoge libros, comics y otras cosas y los tira fuera, en el lado izquierdo de la puerta roja que daba acceso a su departamento… irascible y totalmente llena de ideas azota la puerta y la cierra con seguro desde dentro.

Jeremy, que ni siquiera se imaginaba lo que momentáneamente sucedía mientras el regresaba del habitual expresso que se solía tomar en las mesas exteriores del pequeño café del parque central, después de la jornada laboral; regresaba caminando hasta su departamento silbando viejas melodías de jazz, con un andar muy pausado y hasta con cierto “swing”…

Llega, dobla la esquina y se acerca al portal que da acceso a su vivienda, quita llave cruza el mismo y para su sorpresa mira  que en el lado izquierdo de la puerta roja que daba acceso a su departamento, todos sus libros apelmazados, y una bolsa de basura negra la cual desbocaba varios de sus tantos juguetes y se pregunta… ¡¡ ¿Pero que diablos ha pasado aquí?!!

Mete la llave de cabeza redonda en la chapa y no logra abrir, se desespera y comienza a tocar gritando un poco, (solo un poco)… ¿Qué ha pasado Leonora?, ¿ábreme?, ¿estas ahí?; desesperado al no ver ninguna reacción Jeremy, grita con más ahínco casi al borde de la cacofonía… ¡LEONORA! ¡ÁBREME! ¿POR QUÉ? … ¿QUÉ HE HECHO?... << eso encendió a Leonora>>

Enfurecida se para tras la puerta, ahora cara a cara: Leonora y Jeremy solo los separaba la pesada puerta roja, e inicia el siguiente dialogo:

Leonora: ¿Qué quieres acá Jeremy?

Jeremy: <<atenúa la voz y dice>> Amor, ¿Qué ha pasado acá?... porque mis cosas están fuera y no quieres abrirme ¿qué he hecho?

Leonora: ¿Cómo que, qué has hecho?... <<sollozando>> ¿Qué te crees Jeremy?... ¿crees que esto pueda seguir de esa forma? ¿De verdad crees que podamos seguir viviendo de tal manera?...

Jeremy: ¿Qué es lo que he hecho?... ¿Nunca llego tarde?, ¿casi no bebo?, trato de hacer todo lo que me corresponde en casa; sé que soy muy desordenado, se también que tengo vicios arraigados como dejar mis zapatillas (tenis o zapatos deportivos) tiradas por ahí, pero siempre trato de complacerte en todo lo que puedo…

<<Leonora que al escuchar eso, pega la espalda contra la puerta y se toma de la frente, ahora llorando más>> responde:

Leonora: Y no es eso… tu sabes que eso no es lo que más me molesta, lo que me molesta son esos recados que me dejas como de niño pidiéndole algo a su madre; comprendo, entiendo y te amo por lo que eres, sé que eres un niño atrapado en el cuerpo de un adulto, necio y descuidado, lo que verdaderamente no entiendo es porque me enamoré de ti… De lo que si estoy convencida es del siguiente hecho…

Creo que en lugar de tener a mi lado a un compañero, a una pareja, a un novio, creo tengo un hijo…

<<¡¡clacck!!>> Se destraba el seguro de la puerta mientras, esos dos, Leonora y Jeremy Sanders se funden en un fuerte abrazo

<< El Efecto>>

¿Todos deberíamos tener un Jeremy Sanders?

Desde mi personal punto de vista todo debe tener una justa medida, a veces hay que tomar ese lado serio y maduro de las cosas, para encarar ciertos aspectos difíciles de la misma y a veces,  otras veces <<creo yo en mayor parte>> hay que tomarlas con cierta filosofía de juego… ¿Por qué?

Desde la infancia somos reprimidos, siempre condenados, avergonzados e inclusive castigados, solo por el hecho de ser simplemente niños, de ahí vienen muchos de nuestros temores a afrontar con valentía la vida…

Que pasa cuando le decimos a nuestros padres: “papá quiero será arqueólogo, o músico o pintor o quizá astronauta o ciclista; generalmente se nos condena con la amenaza de decir: ¡Hijo mio en esa carrera no se gana mucho dinero! O ¡estas loquito, hijo, esas carreras solo son para niños ricos!...

Los padres no solo son los culpables, un sistema actúa siempre contra nosotros, profesores, compañeros, abuelos, tíos, etc.; ¿Qué pasa cuando tenemos dudas en clase?, ¿Por qué nos da temor preguntar?... los compañeros se burlan, a veces los profesores no contestan, y generalmente desde esos momentos se crean temores bien fundados que ya de mayores siempre nos incapacitan en muchos aspectos de la vida.

Las grandes y buenas ideas: ¿nacen de los niños aun vivos en nuestros corazones?

Espíritus infantiles que se suicidan, afanosos algunos se resisten o se redimen momentáneamente buscando salir a la luz después…  que hubiese sido si  algún niño interior no se hubiese imaginado: ¿Cómo sería cabalgar sobre un haz luminoso, mientras discurre el tiempo y el espacio en formas curveadas? – No tendríamos teoría de la relatividad; que pasaría si a algún niño loco no se le hubiera ocurrido salir en medio de la lluvia a volar un cometa solo para ver el efecto eléctrico del rayo – No tendríamos energía eléctrica; que hubiese pasado si hombres como Jobs o Gates no hubiesen jugado a “viaje a las estrellas” en las cocheras de sus casas; quizá ahora no tendríamos toda esta era de la informática…

Ya sea Einstein, Franklin, Jobs o Gates, hay niños que se resisten a perecer por el cruel verdugo de la madurez y la sensatez; también quizá no todas las buenas ideas nazcan de los niños que aun viven en nuestros corazones; pero lo más seguro y de lo que estoy convencido es que quizá, esos niños en lugar de crear algún mal, creo crean algún bien, dentro de todo lo que arrastran: complejidad, incomprensión, intolerancia y muchas cosas más; a veces esos niños aun viven ahí escondidos aun algún lugar recóndito de nuestros corazones, esperando airosos el momento de salir a jugar, crear, de salir a divertirse.

Hay niños que aún sobreviven y de ahí quizá todos tengamos un Jeremy Sanders…       ¿quizá…  yo sea Jeremy Sanders?

@giancarlonavesc

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¡Oh Veracruz!
 -Rinconcito donde hacen sus nidos las Olas del mar (Agustín Lara)-




Este escrito es el homenaje al bello estado de Veracruz, un homenaje a lo que nos hace vibrar, esa vivencia sui-generis. Todas podrán dejar huellas, pero ninguna, como el fulgor de las noches en Veracruz...                                              

Christhian del Rosario Morales.



Estaba tomando un breve descanso en una habitación, de repente sentí que el viento sopló, y ví como las cortinas se movían, con un ritmo tan bello, como el de las olas del mar. Algo dentro de mí, me decía: muévete. Seguramente algo pasaba que me inspiraba a ir allí, y en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba cerca de la ventana. Me detuve y mis pupilas se dilataron asombradas de tanta belleza, estaba ante un lugar mágico, incomparable, lleno de hechos, que hacían vibrar todo mi cuerpo.

Motivada por tal suceso, me encuentro escribiendo tras la ventana de una habitación, del “Hotel Ruiz Milán”, lugar tan acogedor que se encuentra en un bello y maravilloso estado. Que hermoso eres Veracruz. Y como no, si tan solo dirijo mi mirada a tu Malecón y puedo ver a personas disfrutando del buen café “La parroquia”, aun de lejos percibo un delicado aroma a café (suspiro) y también escucho a un Jarocho, entonar un buen son.

Ah! y esos barcos tan grandes, quietos allí, en medio de las inmensidades del mar, ¿como evitar verlos? Transportan mi mente a otro mundo, a ideas tan fascinantes, a pensar que todo es posible (si tienes los deseos, el entusiasmo y el valor, siempre, siempre encuentras las herramientas). Hoy me hacen recordar mi infancia, cuando en los días de lluvia corría en busca de hojas de cuadernos o de papel periódico, para hacer esos dobleces tan exactos y crear un barquito de papel, mi sonrisa infantil dibujada mi rostro, cuando veía navegar contra corriente, aquel barquito de papel.  En esa infancia, creía en una mínima posibilidad que podría haber, de que alguien creara un barco tan enorme, un barco real, no de papel (tan real, como las canoas de Santa Brígida, Arriaga, Chiapas), escribo esto y me siento feliz, contemplando los barcos, en el puerto de Veracruz. Comprobando que todo lo posible, una vez fue imposible en mi mente.  Que: de querer a poder, ay un paso. Un paso, que requiere valor, coraje, y menester para realizar algo.

Ahora mi vista se vuelve a otro lado, veo personas paseando por el malecón, viendo el baile de la Sandunga. Y después de ver todo esto, ¿en que pienso? Pienso en que es hermoso ser espectador(a), pero he entendido que esta condición no debe ser permanente. Así que iré allí, a sentir como late, todo esto, de cerca, a sentir como la vida va ocurriendo día a día.

No es Karma, solo causa y efecto | Christhian del Rosario Morales.