No es Karma, solo causa y efecto
(Newton vs Leibniz en el Campo de
Batalla de Voltaire)
No es Karma, solo causa
y efecto…
│ Juan Carlos Navarro
Data 1725, un francés con ideas revolucionarias transitaba
por aquellas calles que daban frente a la Abadía de Westminster, obra maestra
de Eduardo El Confesor; era Voltaire
en Londres, ya habían pasado un par de años desde que Voltaire por razones de
destierro se refugiaba en la inspiradora urbe de pensamientos
vanguardistas-progresistas, se rodeaba ahí de la elite litería, científica e
intelectual para seguir acrecentando su acervo cultural y después compartirlo
en su natal Francia.
Corrían aquellos años cuando Jacques Marie (a.k.a. Voltaire)
se topa con la obra maestra de Sir Isaac
Newton (quien dos años más adelante fallecería), Philosophiæ naturalis principia
mathematica, la revolucionaria guía de física, matemáticas, pero principalmente el
tratado de cálculo por excelencia; obra creada en medio de una cruenta disputa
con el contemporáneo rival intelectual de Newton… Gottfried Wilhemh Von Leibniz.
Newton un retraído y tímido hombre, que cuentan algunos mitos (todos los
personajes importantes de la historia están rodeados de esa continua bruma),
dijo en su lecho de muerte “he realizado grandes cosas en mi vida, pero el
mayor logro de todos es haber conservado mi castidad”, un hombre ciento por
ciento dedicado a la filosofía y la ciencia; por otro lado Leibniz un
“rockstar de la ciencias y filosofía”, ligón, siempre rodeado de mujeres,
de fiesta en fiesta, visitando a la elite poderosa y económicamente superior,
siempre compartiendo las maravillas del cálculo y otras revelaciones del
pensamiento filosófico en boga.
La Philosophiæ
naturalis principia mathematica (la física de Newton) era ya en
esos tiempos una ciencia consagrada, y en el entendido del gran potencial e
importancia de esa ciencia Voltaire sin pensarlo la llevo para introducirla en
Francia.
Debido a su total desconocimiento en cuestiones matemáticas y habiendo
llegado a Francia, Voltaire solicito la ayuda de su amiga, gran amor y musa la
Marquesa de Le Châtelet para
comprender y traducir al francés la nueva ciencia. Esta por demás decir de la
Marquesa era una de las matemáticas más prominentes e inteligentes de aquellos
días, por lo cual fue de gran ayuda para compartir y expandir el nuevo
conocimiento, en una de esas noches de estudio se da un dialogo, que no necesariamente
tiene que ser real; <<Hago aquí un paréntesis, para justificar el
siguiente dialogo>> la ficción, imaginación y la fantasía son condiciones
que en mi persona, vida diaria, pero sobre todo al realizar el acto de escribir
algún artículo, Ensayo o Pasquín como usted prefiera llamarle, son de
primordial ayuda para comprender y compartir las ideas que expongo.
Pues
bien… se suscita el dialogo entre Voltaire y Le Châtelet (la
naturaleza del dialogo carece de la intencionalidad, ortografía y modismos
dignos de la época; se traza desde un contexto un tanto actual):
-Fíjate Gabrielle (así era como se llamaba la Marquesa), al toparme con
esta nueva ciencia, me he quedado gratamente sorprendido; porque, al igual de
lo que yo he discernido, Newton piensa que los sucesos naturales ocurren por
cuestiones puramente físicas, la manzana cae por que la fuerza gravitacional la
atrae.
-Si mi
querido Jacques, y lo más impresionante de la afirmación de Newton es que, es
matemáticamente comprobable… (Le comenta la marquesa a Voltaire mientras vacía
ecuaciones en una hoja).
-También me he topado con la teoría filosófica de otro gran matemático,
más carismático que Newton pero, no tan agudo como él, es el barón Von Leibniz.
-Discutíamos sobre un concepto que tan de moda esta y que ellos habían
acuñado, OPTIMISMO, y el Barón Leibniz sostenía: “Nos encontramos en el
mejor mudo de los posibles, todo trasciende en completa armonía y equilibrio
entre los interactores de esta vida, eso es OPTIMISMO”.
-A lo que le respondo en tono irónico y casi chistoso “más bien,
pareciera que todo se rige por el principio de lo peor, en todo caso si Dios
creó el mundo con algún fin debió ser para HACERNOS RABIAR”…
He aquí la coyuntura, el punto medular de la hipótesis y la
justificante del texto que antecede. El hecho de que algo nos salga mal, de que
nos sucedan cosas catastróficas, no es cuestión de suerte o destino,
simplemente es un concepto que la metafísica trata de explicar en la ley de CAUSA Y EFECTO la cual sostiene
que: “Todo lo que hacemos pone en movimiento una causa y esta trae una
consecuencia positiva o negativa, que dependerá de la causa puesta en
movimiento. No existe el Azar, ni la buena o mala suerte, solo existen
resultados”.
En otras palabras y dada mi condición de persona de ciencia, es donde
el “uppercut” que asesta el golpe demoledor y que tiende en “knockout” tanto a
Leibniz como a su teoría de la “Armonía Preestablecida”, lo ha dado Sir
Isaac Newton, cuando al escribir en su Philosophiæ naturalis principia
mathematica, postulo las tres leyes de la mecánica o Física Clásica (LAS LEYES DE
NEWTON) y que con el golpe de su segunda ley lo hace el ganador de este
combate:
SEGUNDA LEY DE
NEWTON o LEY DE FUERZA: El cambio de
movimiento es proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea
recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime. O como más comúnmente la
conocemos “Para cada
acción corresponde una reacción, de igual magnitud pero en sentido contrario”
Así que desde mi particular punto de vista…
No es karma,
solo causa y efecto…
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@giancarlonavesc