Leonora y
Jeremy Sanders
No es karma, solo causa y efecto |
Juan Carlos Navarro
¿Qué puede
tener de entretenido?... ¿pasar la vida de esa forma lo llevará a algún lado?
<< La
Causa>>
“Leonora:
Espero no te moleste una más de estas peticiones
que parecen por demás extrañas pero: ¿Qué
crees? Se me ha olvidado comprar el numeró mensual del comic que tanto me gusta y ahora no puedo
ir personalmente, te encargo que me hagas el favor de comprarlo… ¡TE AMO!
Jeremy”
Jeremy
Sanders; ¡vaya tipo!, a pesar de ser un reconocido dibujante de comics para el segmento
de entretenimiento del periódico de Grudenville; siempre vestía con pantalones cortos,
camisetas de beisbol o de bandas de metal, de aspecto descuidado, una gorra mal
oliente siempre, sobre su cabeza que ya pintaban muchas canas, noctambulo por
naturaleza, necio, melindroso, un poco loco y muy inmaduro para algunos o
muchos aspectos importantes de la vida,
ese era él.
Si nos
apegamos a la descripción que hasta ahora llevo de Jeremy, bien ustedes podrán
definir claramente que del que hablamos es un niño de entre 10 y 13 años; claro
(excepto por las canas y lo noctambulo), pero no; Jeremy se acercaba a la edad
a la que Jesucristo fue crucificado, Jeremy ya casi cumplía 33 años y… casi sin
quererlo para él también se venía algo de naturaleza fatal, pero sin llegar a
los hechos que remembra la biblia en el viacrucis.
Leonora,
siempre se solía preguntar al ver a Jeremy sentado sobre el suelo con las
piernas velludas cruzadas, una sobre otra en posición meditabunda y con cara de
estupefacción al intentar armar un cubo rubik, jugar con su teléfono o al jugar
con un tangram: ¿Qué puede tener de entretenido?... ¿pasar la vida de esa forma
lo llevará a algún lado?...
A veces con
el coraje y confusión que se ahoga en la garganta; Leonora se daba media vuelta
y lo dejaba seguir en trance lúdico; solo hasta que Jeremy olfateaba ese
delicioso aroma de su amada; se paraba destrabando esas piernas que ya le dolían
al permanecer esa posición y se acercaba con ella, a reconciliar los descuidos
por su distraído comportamiento.
Es implícito y
esta por demás decir que Leonora amaba a Jeremy (sino como aguantar a tal
sujeto), solo que esta vez Jeremy había rebasado ciertos o… todos los limites.
Ese Jueves Leonora, llego cansada por las presiones habituales de su
empleo, se acercó a ese gran refrigerador de puertas blancas, abrió de par en
par las mismas, sacó la botella del rioja que se enfriaba en el bello armatoste
gélido y se sirvió medía copa del elixir de exquisita rojura… al cerrar las
grandes puertas blancas frente así, mira una pequeña nota escrita en un papel
amarillo que decía:
“Leonora:
Espero no te moleste una más de estas peticiones
que parecen por demás extrañas pero: ¿Qué
crees? Se me ha olvidado comprar el numeró mensual del comic que tanto me gusta y ahora no puedo
ir personalmente, te encargo que me hagas el favor de comprarlo… ¡TE AMO!
Jeremy”
Ni bien
termino de leer, tan peculiar nota; hizo pasar a través de su garganta un sorbo
grande de vino, el cual le raspo las amígdalas por efecto de los taninos que el
contenía y sale disparada sobre el rincón donde Jeremy solía ir a dibujar y jugar, tenía un si numero de artilugios, juguetitos,
comics, revistas, colores, crayones, pinceles, lápices, espirógrafos y demás
cosas que parecería pertenecer a un anaquel de un jardín de niños.
Con furia,
Leonora extiende el brazo sobre los estantes blancos que tenían y en donde Jeremy
tenía puestas todas esas cosas, y lo arrastra sobre el haciendo que todos esos
juguetitos se precipiten sobre la oscura boca de una bolsa de basura, recoge
libros, comics y otras cosas y los tira fuera, en el lado izquierdo de la
puerta roja que daba acceso a su departamento… irascible y totalmente llena de
ideas azota la puerta y la cierra con seguro desde dentro.
Jeremy, que
ni siquiera se imaginaba lo que momentáneamente sucedía mientras el regresaba
del habitual expresso que se solía tomar en las mesas exteriores del pequeño
café del parque central, después de la jornada laboral; regresaba caminando
hasta su departamento silbando viejas melodías de jazz, con un andar muy pausado
y hasta con cierto “swing”…
Llega, dobla
la esquina y se acerca al portal que da acceso a su vivienda, quita llave cruza
el mismo y para su sorpresa mira que en
el lado izquierdo de la puerta roja que daba acceso a su departamento, todos
sus libros apelmazados, y una bolsa de basura negra la cual desbocaba varios de
sus tantos juguetes y se pregunta… ¡¡ ¿Pero que diablos ha pasado aquí?!!
Mete la llave
de cabeza redonda en la chapa y no logra abrir, se desespera y comienza a tocar
gritando un poco, (solo un poco)… ¿Qué ha pasado Leonora?, ¿ábreme?, ¿estas
ahí?; desesperado al no ver ninguna reacción Jeremy, grita con más ahínco casi
al borde de la cacofonía… ¡LEONORA! ¡ÁBREME! ¿POR QUÉ? … ¿QUÉ HE HECHO?...
<< eso encendió a Leonora>>
Enfurecida se
para tras la puerta, ahora cara a cara: Leonora y Jeremy solo los separaba la
pesada puerta roja, e inicia el siguiente dialogo:
Leonora: ¿Qué
quieres acá Jeremy?
Jeremy:
<<atenúa la voz y dice>> Amor, ¿Qué ha pasado acá?... porque mis
cosas están fuera y no quieres abrirme ¿qué he hecho?
Leonora: ¿Cómo
que, qué has hecho?... <<sollozando>> ¿Qué te crees Jeremy?...
¿crees que esto pueda seguir de esa forma? ¿De verdad crees que podamos seguir
viviendo de tal manera?...
Jeremy: ¿Qué es
lo que he hecho?... ¿Nunca llego tarde?, ¿casi no bebo?, trato de hacer todo lo
que me corresponde en casa; sé que soy muy desordenado, se también que tengo vicios
arraigados como dejar mis zapatillas (tenis o zapatos deportivos) tiradas por
ahí, pero siempre trato de complacerte en todo lo que puedo…
<<Leonora
que al escuchar eso, pega la espalda contra la puerta y se toma de la frente,
ahora llorando más>> responde:
Leonora: Y no
es eso… tu sabes que eso no es lo que más me molesta, lo que me molesta son
esos recados que me dejas como de niño pidiéndole algo a su madre; comprendo,
entiendo y te amo por lo que eres, sé que eres un niño atrapado en el cuerpo de
un adulto, necio y descuidado, lo que verdaderamente no entiendo es porque me
enamoré de ti… De lo que si estoy convencida es del siguiente hecho…
Creo que en
lugar de tener a mi lado a un compañero, a una pareja, a un novio, creo tengo
un hijo…
<<¡¡clacck!!>>
Se destraba el seguro de la puerta mientras, esos dos, Leonora y Jeremy Sanders se funden en
un fuerte abrazo
<< El
Efecto>>
¿Todos deberíamos
tener un Jeremy Sanders?
Desde mi
personal punto de vista todo debe tener una justa medida, a veces hay que tomar
ese lado serio y maduro de las cosas, para encarar ciertos aspectos difíciles de
la misma y a veces, otras veces
<<creo yo en mayor parte>> hay que tomarlas con cierta filosofía de
juego… ¿Por qué?
Desde la
infancia somos reprimidos, siempre condenados, avergonzados e inclusive
castigados, solo por el hecho de ser simplemente niños, de ahí vienen muchos de
nuestros temores a afrontar con valentía la vida…
Que pasa
cuando le decimos a nuestros padres: “papá quiero será arqueólogo, o músico o
pintor o quizá astronauta o ciclista; generalmente se nos condena con la
amenaza de decir: ¡Hijo mio en esa carrera no se gana mucho dinero! O ¡estas
loquito, hijo, esas carreras solo son para niños ricos!...
Los padres no
solo son los culpables, un sistema actúa siempre contra nosotros, profesores,
compañeros, abuelos, tíos, etc.; ¿Qué pasa cuando tenemos dudas en clase?, ¿Por
qué nos da temor preguntar?... los compañeros se burlan, a veces los profesores
no contestan, y generalmente desde esos momentos se crean temores bien fundados
que ya de mayores siempre nos incapacitan en muchos aspectos de la vida.
Las grandes
y buenas ideas: ¿nacen de los niños aun vivos en nuestros corazones?
Espíritus infantiles
que se suicidan, afanosos algunos se resisten o se redimen momentáneamente buscando
salir a la luz después… que hubiese sido
si algún niño interior no se hubiese
imaginado: ¿Cómo sería cabalgar sobre un haz luminoso, mientras discurre el
tiempo y el espacio en formas curveadas? – No tendríamos teoría de la relatividad;
que pasaría si a algún niño loco no se le hubiera ocurrido salir en medio de la
lluvia a volar un cometa solo para ver el efecto eléctrico del rayo – No tendríamos
energía eléctrica; que hubiese pasado si hombres como Jobs o Gates no hubiesen
jugado a “viaje a las estrellas” en las cocheras de sus casas; quizá ahora no
tendríamos toda esta era de la informática…
Ya sea
Einstein, Franklin, Jobs o Gates, hay niños que se resisten a perecer por el
cruel verdugo de la madurez y la sensatez; también quizá no todas las buenas
ideas nazcan de los niños que aun viven en nuestros corazones; pero lo más
seguro y de lo que estoy convencido es que quizá, esos niños en lugar de crear algún
mal, creo crean algún bien, dentro de todo lo que arrastran: complejidad,
incomprensión, intolerancia y muchas cosas más; a veces esos niños aun viven
ahí escondidos aun algún lugar recóndito de nuestros corazones, esperando
airosos el momento de salir a jugar, crear, de salir a divertirse.
Hay niños que aún sobreviven y de ahí quizá todos
tengamos un Jeremy Sanders… ¿quizá…
yo sea Jeremy Sanders?
@giancarlonavesc