El consumismo, la relación
perfecta entre nuestra enfermiza dependencia y el deterioro ambiental
No es Karma; solo Causa y Efecto | Jorge Macías-Sámano
Lourdes y Ariana nos decían con ese tonito tan especial que tienen los
cubanos y hablando casi sin “erres” “chico, queremos compra pan, jabón para lava
la ropa y algunas otras cositas ¿dónde nos recomiendas ir?” Era el año 1991 y
estábamos en Vancouver, Columbia Británica, Canada.
Nosotros nos volteamos a ver y unánimemente les dijimos “ya está,
Superstore es a donde las llevaremos, ahí hay de todo y de muchas marcas”. Y en
seguida nos pusimos a interrogarlas: ¿qué tipo de jabón? ¿Para lavadora, o en
barra? ¿Con blanqueador o sin blanqueador? ¿Con desmanchante o sin él?; ¿Cuál
pan?, ¿Integral de siete granos, blanco blanqueado o blanco sin blanquear? ¿Con
especies o sin especies? ¿Con o sin gluten? Nunca olvidaré sus caras, una
revelación de su origen y una revelación del mundo en donde yo estaba viviendo.
“Pero chico, nosotros solo queremos jabón y pan para comer, así de fácil”
decían nuestras recientemente adquiridas amigas a tan solo tres días de haber
llegado de la Habana.
Al llegar a Superstore y llevarlas a cada una de las secciones de lo que
querían, sus bocas se abrían, como sus ojos, amplios, con asombro. Sus
comentarios resuenan, permanentes, en mi memoria y a partir de ese momento,
otra perspectiva de vida comenzó a nacer en mí. “¿Para qué quieren tanto? ¿Que
van hacer con todo esto? Es mucho y seguro no se lo acaban”
Las preguntas fueron contundentes y brutales. Honestamente no supe que
contestar. Más a partir de ese momento, a cada lugar que iba, analizaba el
aspecto de la diversidad y de la cantidad de productos en contra de la
población que los consumiría. Si bien algunas poblaciones eran grandes,
difícilmente eran de una dimensión tal que se terminaran los millones y
millones de productos expuestos. Productos que se parecían enormemente, pero
que se diferenciaban por alguna u otra característica, lo que le daba la
“ventaja” del uno sobre el otro. Podría ser el color, el precio, la cantidad o
características de diseño o de durabilidad. Esas pequeñas o grandes diferencias
le dan al consumidor “opciones”. Desde un auto, una licuadora, casas móviles, las
gotas para los ojos, cacerolas, o la prenda de moda, hay opciones, muchas,
muchas más que en cualquier país de Latinoamérica. Yo comenzaba a aprender que
vivía en un mundo donde el individuo - no la comunidad - es el que mueve al
mercado y luego entonces la economía. La posibilidad de opciones y de sitios y
maneras de recibir esas opciones, son la parte vertebral de la economía
capitalista.
La competencia per se, genera
y estimula el ingenio, en otras palabras es sano para el desarrollo. Hasta hace
algunos años el financiamiento de la ciencia y la tecnología en los países
desarrollados, era tanto por parte del gobierno como por compañías privadas.
Sin embargo, esto ha cambiado de una manera tal que al tiempo que los gobiernos
disminuyen su apoyo, el sector privado lo ha incrementado y ha comenzado a
definir las líneas a desarrollar y los resultados que se buscan ¿Para qué? Pues
para poder competir y vender sus productos, es decir, para generar un capital
financiero, ganancias para los inversionistas de esas compañías. Estas
tendencias de financiamiento se dispararon con el desarrollo vertiginoso de la
biotecnología y con ello se comenzó a generar una especie de “prostitución” en
los investigadores. Todo investigador requiere recursos humanos y materiales
para realizar su trabajo. Los recursos financieros para lograrlos pueden ser
muy altos y más en áreas de alta demanda como son los biotecnología, desarrollo
de semiconductores, neurotransmisores, inmunología y medicamentos, etc. Ahora
esos recursos están siendo otorgados, en muchas ocasiones, por las compañías
privadas y los investigadores (incluidos los estudiantes involucrados) firman
contratos de confidencialidad que les impiden usar y difundir los datos sin el
consentimiento del financiador. Cosa que no ocurre cuando el financiador es el
gobierno, pues la información y los resultados generados son del dominio
público. Los investigadores desarrollan su trabajo, hacen su papel, pero lo
hacen para quienes lo financian, y cada vez va siendo no para el beneficio de
la sociedad. De manera que las ideas y los resultados de la ciencia y de la
tecnología son generados bajo un creciente esquema cuyos resultados permiten a
las grandes compañías competir, vender y tener un mercado cautivo al proveer
con opciones más depuradas al consumidor. Solo ver los ejemplos de Monsanto y
el maíz transgénico.
En esta encarnizada competencia por el mercado, otra de las estrategias utilizadas
es dar el precio más bajo, sin importar que sea una copia de otros productos
(incluso patentados), su calidad y su durabilidad. China es el mejor y más
poderoso seguidor de este esquema y ha logrado incluso entrar a los propios
mercados nacionales como lo es el nuestro, con artículos llamémoslos artesanales
y nacionalistas, como el tequila, la artesanía y hasta los juguetes netamente
mexicanos. Si no se han dado cuenta, solo dense una vuelta a las tiendas de
autoservicio e incluso, a los mercados sobre ruedas de las colonias. La
inundación de productos asiáticos es impresionante y prácticamente inagotable.
Pero no solo son productos a bajísimos precios la estrategia del gigante y
hambriento país asiático. Ya desde hace tiempo, a través de los tratados de
comercio, China negocia el establecimiento de industria de manufactura de sus
productos in situ, es decir, en territorios
de otros países. Sus argumentos, productos a menor precio y fuentes de trabajo
para el país hospedante. Pero esto es solo un espejismo, pues parte del
contrato es llevar cientos de trabajadores chinos (supuestamente
especializados) y proporcionarles un complejo habitacional. La estrategia China
en parte se basa en salarios muy bajos a sus trabajadores en sus territorios y
bajo condiciones de trabajo altamente reprobables, mismas que les han valido el
cierre de muchas fronteras a varios de sus productos tanto en Norte America
como en Europa. Esas condiciones parecen se mantienen en los países que China
establece industria y seguramente serán “pasadas” a los pocos nacionales que
serán contratados. No se habla de una inversión pequeña, ni en espacio o en
inversión, son miles de millones de dólares y superficies de suelo
considerables. Las primeras preguntas que me vienen a la mente son: ¿Cuáles son
los productos de primera necesidad y alta tecnología que Mexico no hace y que
ellos proporcionarían? ¿Cuál es el impacto económico y social de insertar una
industria extranjera –con población extranjera- dentro de una comunidad
nacional? ¿Cuál es el impacto ambiental de donde será asentada dicha inversión?
Tenemos que seguir muy de cerca desarrollos de este tipo y evitarlos, si así lo
consideramos. Uno proyecto actual en nuestro país es el denominado Dragon Mall
en la Rivera Maya, para el cual ya existen iniciativas para detenerlo.
El aspecto de la durabilidad es un aspecto clave en el consumismo y
tiene mucho que ver con lo que mis amigas cubanas comentaban. Si hacemos un
ejercicio mental con por ejemplo los celulares, solo hay que ver los millones de
unidades en venta y las millones que están en uso. ¿Que no son suficientes para
la población a la que dan servicio? Sin embargo las ventas continúan, gracias
al esquema de que los “nuevos son mejores” o por que la publicidad nos vende la
imagen de un “estatus instantáneo” al tener tal o cual modelo de celular. Pero
realmente, económicamente - incluso usando la palabra más “prostituida del
siglo, ecológicamente (que en realidad debemos de usar ambientalmente)- ¿para qué
cambiar el celular si todavía sirve para el propósito de comunicación?
Siguiendo en este cuestionamiento, preguntémonos ¿Cuál es el precio real de un
celular o ¿Cómo se fijó el precio del primero? Es bien conocido el término
“costo de producción”, al igual que la noción de que si las ventas cubren ese
costo, el resto de lo obtenido es únicamente ganancias. Bajo esta perspectiva
sencilla, podemos ver que no importa que haya mucho producto por vender y
este no se venda, si ya se logró absorber el costo de producción. Solo
recuerden los pasillos llenos de tipos de pan y de jabón que vieron Lourdes y
Ariana, ¿a dónde van a parar si no se venden?
Ciertamente la economía familiar en Latinoamérica ha ido decreciendo con
el tiempo y los productos baratos o de bajo costo, se han colocado en la
preferencia de ella. De ahí el éxito de tiendas como Wal-Mart con su multitud
de productos, millones de ellos de procedencia asiática. Con muy escasas
excepciones, estos productos son de baja calidad y con una durabilidad muy
limitada, lo que hace que sean adquiridos con frecuencia. Como dicen o más bien decían las
tatarabuelitas (ya no puedo decir abuelitas, pues yo no estoy lejos de serlo,
pero espero tardar!) “estos ya no son tiempos cuando los perros se amarraban
con longaniza”, debemos de ser conscientes de estos aspectos de la producción,
el mercado y el consumo. Es nuestra responsabilidad definir muy claro lo que
hay que comprar y muchas veces esperar (hasta que tengamos el recurso) a
comprar productos que sean durables y sobre todo, ante todo, que sean con una
clara utilidad.
En una reunión en Río de Janeiro, el presidente de Uruguay, José Mujica,
dijo “Hemos creado esta civilización en
la que hoy estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha deparado
un progreso material portentoso y explosivo……pero la economía de mercado ha
creado sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta globalización, cuya mirada
alcanza a todo el planeta…..¿Estamos gobernando esta globalización o ella nos
gobierna a nosotros? Y continuo diciendo “Por ello digo, en mi humilde manera de
pensar, que el problema que tenemos es de carácter político. Los
viejos pensadores –Epicuro, Séneca y también los Aymaras- definían: “pobre no
es el que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho”….”Y desea más y
más”. Para terminar, Don Jose
Mujica de una manera francamente humana y con una total realidad termino diciendo
“Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el
destino de la vida humana? ¿Solamente consumir? Estas cosas que digo son muy
elementales: el desarrollo no puede ser en contra de la
felicidad…….Precisamente, porque es el tesoro más importante que tenemos.
Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que recordar que el primer
elemento del medio ambiente se llama "felicidad humana"
Jorge Macías-Sámano