miércoles, 28 de noviembre de 2012

Leonora y Jeremy Sanders

No es karma, solo causa y efecto | Juan Carlos Navarro





¿Qué puede tener de entretenido?... ¿pasar la vida de esa forma lo llevará a algún lado?

<< La Causa>>

“Leonora:

Espero no te moleste una más de estas peticiones que parecen por demás  extrañas pero: ¿Qué crees? Se me ha olvidado comprar el numeró mensual  del comic que tanto me gusta y ahora no puedo ir personalmente, te encargo que me hagas el favor de comprarlo… ¡TE AMO!
Jeremy”

Jeremy Sanders; ¡vaya tipo!, a pesar de ser un reconocido dibujante de comics para el segmento de entretenimiento del periódico de Grudenville;  siempre vestía con pantalones cortos, camisetas de beisbol o de bandas de metal, de aspecto descuidado, una gorra mal oliente siempre, sobre su cabeza que ya pintaban muchas canas, noctambulo por naturaleza, necio, melindroso, un poco loco y muy inmaduro para algunos o muchos  aspectos importantes de la vida, ese era él.

Si nos apegamos a la descripción que hasta ahora llevo de Jeremy, bien ustedes podrán definir claramente que del que hablamos es un niño de entre 10 y 13 años; claro (excepto por las canas y lo noctambulo), pero no; Jeremy se acercaba a la edad a la que Jesucristo fue crucificado, Jeremy ya casi cumplía 33 años y… casi sin quererlo para él también se venía algo de naturaleza fatal, pero sin llegar a los hechos que remembra la biblia en el viacrucis.

Leonora, siempre se solía preguntar al ver a Jeremy sentado sobre el suelo con las piernas velludas cruzadas, una sobre otra en posición meditabunda y con cara de estupefacción al intentar armar un cubo rubik, jugar con su teléfono o al jugar con un tangram: ¿Qué puede tener de entretenido?... ¿pasar la vida de esa forma lo llevará a algún lado?...

A veces con el coraje y confusión que se ahoga en la garganta; Leonora se daba media vuelta y lo dejaba seguir en trance lúdico; solo hasta que Jeremy olfateaba ese delicioso aroma de su amada; se paraba destrabando esas piernas que ya le dolían al permanecer esa posición y se acercaba con ella, a reconciliar los descuidos por su distraído comportamiento.

Es implícito y esta por demás decir que Leonora amaba a Jeremy (sino como aguantar a tal sujeto), solo que esta vez Jeremy había rebasado ciertos o… todos los limites.

Ese Jueves Leonora, llego cansada por las presiones habituales de su empleo, se acercó a ese gran refrigerador de puertas blancas, abrió de par en par las mismas, sacó la botella del rioja que se enfriaba en el bello armatoste gélido y se sirvió medía copa del elixir de exquisita rojura… al cerrar las grandes puertas blancas frente así, mira una pequeña nota escrita en un papel amarillo que decía:
  
“Leonora:

Espero no te moleste una más de estas peticiones que parecen por demás  extrañas pero: ¿Qué crees? Se me ha olvidado comprar el numeró mensual  del comic que tanto me gusta y ahora no puedo ir personalmente, te encargo que me hagas el favor de comprarlo… ¡TE AMO!
Jeremy”

Ni bien termino de leer, tan peculiar nota; hizo pasar a través de su garganta un sorbo grande de vino, el cual le raspo las amígdalas por efecto de los taninos que el contenía y sale disparada sobre el rincón donde Jeremy solía ir a dibujar y  jugar,  tenía un si numero de artilugios, juguetitos, comics, revistas, colores, crayones, pinceles, lápices, espirógrafos y demás cosas que parecería pertenecer a un anaquel de un jardín de niños.

Con furia, Leonora extiende el brazo sobre los estantes blancos que tenían y en donde Jeremy tenía puestas todas esas cosas, y lo arrastra sobre el haciendo que todos esos juguetitos se precipiten sobre la oscura boca de una bolsa de basura, recoge libros, comics y otras cosas y los tira fuera, en el lado izquierdo de la puerta roja que daba acceso a su departamento… irascible y totalmente llena de ideas azota la puerta y la cierra con seguro desde dentro.

Jeremy, que ni siquiera se imaginaba lo que momentáneamente sucedía mientras el regresaba del habitual expresso que se solía tomar en las mesas exteriores del pequeño café del parque central, después de la jornada laboral; regresaba caminando hasta su departamento silbando viejas melodías de jazz, con un andar muy pausado y hasta con cierto “swing”…

Llega, dobla la esquina y se acerca al portal que da acceso a su vivienda, quita llave cruza el mismo y para su sorpresa mira  que en el lado izquierdo de la puerta roja que daba acceso a su departamento, todos sus libros apelmazados, y una bolsa de basura negra la cual desbocaba varios de sus tantos juguetes y se pregunta… ¡¡ ¿Pero que diablos ha pasado aquí?!!

Mete la llave de cabeza redonda en la chapa y no logra abrir, se desespera y comienza a tocar gritando un poco, (solo un poco)… ¿Qué ha pasado Leonora?, ¿ábreme?, ¿estas ahí?; desesperado al no ver ninguna reacción Jeremy, grita con más ahínco casi al borde de la cacofonía… ¡LEONORA! ¡ÁBREME! ¿POR QUÉ? … ¿QUÉ HE HECHO?... << eso encendió a Leonora>>

Enfurecida se para tras la puerta, ahora cara a cara: Leonora y Jeremy solo los separaba la pesada puerta roja, e inicia el siguiente dialogo:

Leonora: ¿Qué quieres acá Jeremy?

Jeremy: <<atenúa la voz y dice>> Amor, ¿Qué ha pasado acá?... porque mis cosas están fuera y no quieres abrirme ¿qué he hecho?

Leonora: ¿Cómo que, qué has hecho?... <<sollozando>> ¿Qué te crees Jeremy?... ¿crees que esto pueda seguir de esa forma? ¿De verdad crees que podamos seguir viviendo de tal manera?...

Jeremy: ¿Qué es lo que he hecho?... ¿Nunca llego tarde?, ¿casi no bebo?, trato de hacer todo lo que me corresponde en casa; sé que soy muy desordenado, se también que tengo vicios arraigados como dejar mis zapatillas (tenis o zapatos deportivos) tiradas por ahí, pero siempre trato de complacerte en todo lo que puedo…

<<Leonora que al escuchar eso, pega la espalda contra la puerta y se toma de la frente, ahora llorando más>> responde:

Leonora: Y no es eso… tu sabes que eso no es lo que más me molesta, lo que me molesta son esos recados que me dejas como de niño pidiéndole algo a su madre; comprendo, entiendo y te amo por lo que eres, sé que eres un niño atrapado en el cuerpo de un adulto, necio y descuidado, lo que verdaderamente no entiendo es porque me enamoré de ti… De lo que si estoy convencida es del siguiente hecho…

Creo que en lugar de tener a mi lado a un compañero, a una pareja, a un novio, creo tengo un hijo…

<<¡¡clacck!!>> Se destraba el seguro de la puerta mientras, esos dos, Leonora y Jeremy Sanders se funden en un fuerte abrazo

<< El Efecto>>

¿Todos deberíamos tener un Jeremy Sanders?

Desde mi personal punto de vista todo debe tener una justa medida, a veces hay que tomar ese lado serio y maduro de las cosas, para encarar ciertos aspectos difíciles de la misma y a veces,  otras veces <<creo yo en mayor parte>> hay que tomarlas con cierta filosofía de juego… ¿Por qué?

Desde la infancia somos reprimidos, siempre condenados, avergonzados e inclusive castigados, solo por el hecho de ser simplemente niños, de ahí vienen muchos de nuestros temores a afrontar con valentía la vida…

Que pasa cuando le decimos a nuestros padres: “papá quiero será arqueólogo, o músico o pintor o quizá astronauta o ciclista; generalmente se nos condena con la amenaza de decir: ¡Hijo mio en esa carrera no se gana mucho dinero! O ¡estas loquito, hijo, esas carreras solo son para niños ricos!...

Los padres no solo son los culpables, un sistema actúa siempre contra nosotros, profesores, compañeros, abuelos, tíos, etc.; ¿Qué pasa cuando tenemos dudas en clase?, ¿Por qué nos da temor preguntar?... los compañeros se burlan, a veces los profesores no contestan, y generalmente desde esos momentos se crean temores bien fundados que ya de mayores siempre nos incapacitan en muchos aspectos de la vida.

Las grandes y buenas ideas: ¿nacen de los niños aun vivos en nuestros corazones?

Espíritus infantiles que se suicidan, afanosos algunos se resisten o se redimen momentáneamente buscando salir a la luz después…  que hubiese sido si  algún niño interior no se hubiese imaginado: ¿Cómo sería cabalgar sobre un haz luminoso, mientras discurre el tiempo y el espacio en formas curveadas? – No tendríamos teoría de la relatividad; que pasaría si a algún niño loco no se le hubiera ocurrido salir en medio de la lluvia a volar un cometa solo para ver el efecto eléctrico del rayo – No tendríamos energía eléctrica; que hubiese pasado si hombres como Jobs o Gates no hubiesen jugado a “viaje a las estrellas” en las cocheras de sus casas; quizá ahora no tendríamos toda esta era de la informática…

Ya sea Einstein, Franklin, Jobs o Gates, hay niños que se resisten a perecer por el cruel verdugo de la madurez y la sensatez; también quizá no todas las buenas ideas nazcan de los niños que aun viven en nuestros corazones; pero lo más seguro y de lo que estoy convencido es que quizá, esos niños en lugar de crear algún mal, creo crean algún bien, dentro de todo lo que arrastran: complejidad, incomprensión, intolerancia y muchas cosas más; a veces esos niños aun viven ahí escondidos aun algún lugar recóndito de nuestros corazones, esperando airosos el momento de salir a jugar, crear, de salir a divertirse.

Hay niños que aún sobreviven y de ahí quizá todos tengamos un Jeremy Sanders…       ¿quizá…  yo sea Jeremy Sanders?

@giancarlonavesc

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