Serie “Ficción Biológica”
Ensayo 2
La conducción, el mayor poder de
la triada
No es karma, solo causa y efecto | Jorge Macías Samáno
Como todo cuerpo en el
planeta, ellas tres estaban a merced de la fuerza de gravedad del mismo y a las
temperaturas que ahí existían. Cuando juntas las tres, la fuerza de la gravedad
y la energía de la temperatura, les daban forma a su conjunto. En ocasiones las
podían llegar a juntar tanto a las tres, tanto, que las volvían de formas
geométricas, como cristales, bellísimos. O separarlas tanto, tanto, que ya no
estaban unidas, perdiendo todas sus propiedades, haciéndolas amorfas y dispersándolas
de tal manera que solo las gemelas seguían juntas, pero la otra, la diferente,
ya nunca más las encontrarían se perderían en el aire mismo.
Las tres estaban
juntas, casi siempre fuertemente juntas. Y cuando lo estaban podían hacer
muchas cosas, tenían poderes que no podían tener si no estaban tomadas de la
mano.
Agarradas de la mano,
la atracción, la arquitectura que las unía, era tal que podían jalar a otras
parecidas a ellas, a sus clones. Jalarlas y mantenerlas a todas unidas por
mucho tiempo y moverse por espacios pequeños y grandes sin perder su comunión.
Tomadas de la mano, podían
absorber mucho calor, tanto como el peso de ellas mismas. Y si eran muchos los
clones unidos como cuentas de un rosario, su poder crecía exponencialmente y
podían regular la temperatura. Paradójicamente, si almacenaban demasiado calor,
las podía llevar a desintegrarse y separarse sin remedio, perdiéndose así su
mágica unión.
Agarradas de la mano. Ellas
sencillas, como solo ellas eran, pero a la vez poderosas. Poderosas en un grado
tal que prácticamente la vida del planeta entero podía, en un momento dado,
depender de ellas.
Ellas tres y sus
clones movían y hacían posible el funcionamiento de prácticamente todos los
entes vivientes del planeta. Y además, eran parte intrínseca de la atmósfera
que rodeaba a todos. Podían también unirse a otros materiales y elementos,
integrándose a ellos y creando completamente un nuevo material de construcción
y de conducción de energía.
Para la vida misma, las
capacidades de la triada de conducir y de unir a otros elementos, era quizás lo
más importante. Estos poderes de la triada hacían posible controlar, hasta
cierto punto, la temperatura de los objetos en contacto con ellas; permitían
que ellas se enlazaran con otros elementos y materiales, haciéndolos
disponibles a todos los organismos para que en una palabra, vivieran ¡La triada
era como un enorme, potente y omnipresente conductor de calor y de materia!
La triada ha sido tan
importante, incluso para el hombre, que a través de la historia del mismo ha
sido reconocida y convertida en una divinidad. Tláloc y su segunda esposa Chalchiuhtlicue
o Matlacueye, son deidades nahuas del México prehispánico Ganga, la diosa del rió Ganges en India representa al agua. Neptuno (para los Romanos) y Poseidón
(para los Griegos) eran reverenciados como los dioses del mar. En Egipto, el
agua uno de los elementos primogénitos es representado por la Diosa Anuket. El
hombre en estas mitologías veía al agua solo como los mares, los océanos, los
ríos y la lluvia, no dimensionaba que el agua estaba en todas las cosas y tenía
propiedades que regulaban la vida misma. Una excepción eran los mayas. Ellos
representaban al agua como el dios Chac, al cual reconocían como el regidor de
la vida, y que la naturaleza no era algo meramente mecánico, que obedecía a
fuerzas superiores, de tal manera y de una forma única, los mayas creían que
Chac influenciaba la energía creadora, las aguas internas del ser humano. Con
esta visión, los mayas nuevamente nos sorprenden con su poder deductivo e
inquisitivo, ubicando al agua más allá de lo obvio (cuerpos de agua en la
tierra), sino en el interior de cada ser vivo.
No es solo el agua que
cae del cielo, la que corre en los ríos y llena los océanos, es el agua que
existe y forma parte de las células de todos los seres vivos y que les permite,
eso, vivir. N solo es la hidratación que da, si no la posibilidad casi infinita
de acarrear moléculas de un lado a otro, permitiendo millones de funciones y
estructuras vivas.
No es redundante entonces,
el expresar hasta la saciedad que la cuidemos y entendamos su importancia en
todo, incluida la dinámica de la atmósfera de nuestro planeta y las implicaciones
actuales en la realidad del cambio climático, entre otras.
La triada, dos
moléculas de hidrógeno y una de oxígeno (H2O), esos son los
elementos que forman el agua. El agua, el solvente y el regulador de
temperatura universal para la vida tal y como la conocemos y entendemos. Hasta
ahora.
Jorge E. Macías-Sámano
Vancouver, BC, Canada
Abril 2013

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