miércoles, 22 de agosto de 2012



Memorial Musical(Los compromisos   serios de la vida…)
 No es Karma, solo... Causa y Efecto | Jorge Macías




V
iajes, viajes. Si muchos. Y te dicen, te vas a cansar, todo cansa. Pero creo que todavía no me canso. Pero como he aprendido, digo “todavía”, pues mas adelante no se. Lo que más disfruto es viajar manejando. No hay nada como disfrutar el paisaje, cada curva, cada tipo de vegetación, cada población, sus artesanías y su comida, mmmm!  Y el disfrute es mayor con buena compañía y mucha música. Con la llegada de la digitalización, adiós cajas de cassettes y CDs, bienvenidos los MP3 por cientos en un dispositivo “chiquirín”. Como parte intrínseca de los viajes, me gusta hacer paradas para comer o beber en puestos carreteros y callejeros, nunca en establecimientos como restaurantes o fondas. Nuestro país es rico en comida callejera. Además estos ubicuos comederos están en función desde las cuatro o cinco de la mañana como los de tamales, atole, café y champurrados o hasta altas horas de la madrugada como los benditos puestos de riquísima y variada diversidad de tacos y fritangas. Estos sitios celestiales estimulan la inmunización del cuerpo (por eso de exponerlo a nuevos microbios) y promueven el ejercicio de papilas gustativas, algunas que desconocíamos, brindando un doble disfrute al asunto de meramente ingerir energía.

Mi trabajo, como biólogo en ciernes, comenzó un año antes de que terminara la carrera, creo. Y digo creo por que a medida que he ido escribiendo recibo quejas, regaños y rechiflas de que me estoy haciendo viejo (así claman Nacho y Humberto) y que no me acuerdo de esto o de aquello (mis “hermanitas”). Mi mamá….no “Jorgito” hijo te fuiste a Estados Unidos cuando tenias 14 años y no cuando tenias nueve, en ese entonces estabas en la primaria!! Jajajajaj. O Laura, …. no chaparrín (antes era papi, “not anymore” me dice ella) comenzábamos las serenatas a las doce de la noche no a las seis ….. Pero bueno, sigamos. Yo entre a trabajar a Sanidad Forestal  (SARH) al tiempo que se escuchaba a Daniela Romo (mi amor platónico, que cabellera!!) con la canción de ..… “tengo celos de tus ojos cuando miras a otra chica tengo celos, celos”….. o con “De mi enamórate”.  Mis ocho años en el gobierno fueron una experiencia seminal en mi vida por más de una razón. Encontré profesionalmente mi "raison d'être", razón de ser. Aprendí y fui testigo en primera fila de la corrupción, pero también de reformas importantes que en buena parte terminaron con ella. Vi el pago de derechos “chuecos” y de “martillos voladores”.  En ese entonces los arboles a derribar legalmente, debían ser marcados con martillos especiales y numerados, pero por arte de magia el mismo martillo aparecía al mismo tiempo en Tancítaro, Michoacán y en Iguala, Guerrero. Los martillos desaparecieron y las mesas de derechos también, apareciendo la ventanilla única. Vi con gran agrado que muchos campesinos descansaron del robo, a la par de que los bosques tuvieron un breve respiro en su devastación constante. Pero pues solo fue un rato, hasta que aparecieron nuevas maneras de ilegalidad y uno de los dichos mas perversos fue acuñado “el que no tranza no avanza”, una verdad triste de Mexico y que vivimos a diario.

Manejando por la ciudad, sobre el periférico  o el viaducto (mucho antes de que vendieran refrescos, aromatizantes para carro o manitas para rascarse) recuerdo ir disfrutando  a todo volumen de “Con todos menos conmigo” de Timbiriche cuando con Guayo y el Biólogo íbamos a la “subse” (Subsecretaria Forestal), o trasportándonos Guille, Abraham y yo a alguna reunión de la ABISARH (Asociación de Biólogos de la SARH). En esta parte de mi vida “aparecieron” las parrandas, uufff demasiadas (perdón Laura! me pasé). La burocracia es un “caldo de cultivo” para ello, no se por qué. Todos los de Sanidad Forestal, el Chema, el Pirruris, el Bubulín, el Vampi, las secres y si, hasta el Nacho, todos al son de las niñas de Flans y a todo volumen “Corre corre por el boulevard”. Siempre terminando en el depa de Chabolla oyendo a Pink Floyd o a Deep Purple con la épica Highway star!! Muchas reuniones y simposio. Viajando siempre viajando, siempre manejando. Manejando hacia Durango a uno de Parasitología Forestal con todos los cassettes de Neil Daimond al lado de David, Maru, Rebeca y Campos. Un camino lleno de Chapingueros, música de estudiantina, “El Andariego” y “Sabor a mi” de Álvaro Carrillo, la “Llorona Chapinguera”, llegando a Tapachula, Chiapas. Mi camioneta oficial llena de herramientas y muchachos tesistas y de servicio social. Mi querido profesor Raul Muñiz (a quien debo mi amor y pasión formal por los bichos)  llegando al Desierto de los Leones para ver porque se estaban muriendo los árboles. Aun había musgo de bajo de los oyameles, increíble, ¡¡pues ya no hay ni oyameles!! Y ahí, entre árboles, en puestos hechos con solo tejamanil, siempre ocurría nuestra religiosa parada al final del día con las güeras. Muchachas de ojo verde, campiranas, de esas con chapas rojas de frío y con su puesto de quesadillas (sin duda las mejores de toda mi tragona vida). Ellas me condecoraron con el apodo de “el de las quesadillas por tiempo”, es decir, yo pedía quince minutos de las de requesón, luego otros 15 de hongos con quesillo, luego seguían las de chicharrón y las de pancita y así, las que cayeran en ese tiempo por el lapso de una hora y media. ¡¡¡Mmmm que vida!!! Aun siento en mi lengua el sabor y textura del huitlacoche con epazote y granos de elote; el olor acre del humo de los comales penetrando y dejando su aroma en mi piel y ropa.  Mucha música, muchos kilómetros, mucha presencia de compañeros de trabajo, poca de amigos de verdad, así como de Laura o de mi familia. Me alejaba de ellos. Como que todo lo que no hice de adolescente salió. No quiero decir que estaba reprimido, ¿o si? Quizás, pero solo por mi, por mi idiosincrasia. Pero como que me <<destrampe>>  y no me di cuenta de cosas que después pague.

Por ese tiempo Laura y yo tomamos una de las mas grandes decisiones de nuestras vidas, casarnos. Por todas las de la ley. Lo religioso con toda honestidad acordamos que era solo por las mamás y ellas lo supieron. Para nosotros el matrimonio es de dos, pero no negamos que la familia es parte básica y por ello quisimos que la familia tuviera un peso en nuestra decisión. Se repartieron solo 90 invitaciones. Novios puntuales, raro, incluso 15 minutos antes. Padrinos tarde, muy tarde. Llegamos a la iglesia y había unas 40 personas. Entramos a los acordes de la tradicional Marcha Triunfal de Aida, de Verdi . Por si no saben, o no se han casado por la iglesia, uno entra como “caballo lechero” solo viendo “pa’delante” y llega uno al altar y ya no voltea hasta que termina todo y los novios van a salir. Pues bien, entramos y pasamos todo lo que teníamos que pasar y cuando me preguntaron “acepta a la señorita Laura..”    yo hasta me avente a decir “por supuesto”. El padre que nos conocía, hasta se rio. De verdad, como decimos los chilangos “por mi jefecita y la Lupita” que de verdad lo sentía y aun después de 27 años lo siento. Siguió la ceremonia, el padre, se aventó una hora. Luego El Ave Maria (Op. 23 no. 2) de Mendelssonhn, ya casi terminaba todo. Al final, cuando nos damos la vuelta ya para salir “ay guey!”, perdón por la expresión  pero queda muy ad hoc. ¿Que onda? Había mas de 200 personas ahí ¡!! Lo primero que pensamos, donde las metemos y que les damos de comer? Y mientras caminábamos hacia afuera a ser aporreados por puños de arroz, “Pompa y Circunstancia” de Elgar sonaba fuerte en nuestros oídos y en nuestros corazones imprimía un nuevo ritmo. La recepción fue en mi casa que tiene un patio común con las casas de un tío y mis abuelos. La música fue espectacular pues mi cuñado Fernando se encargo de ella y él, sin presumir, fue el encargado de instalar una de las primeras discotecas en la ciudad. Así que imagínense, un “sonidazo” (todo en carretes de cinta) y un súper equipo con toda la variedad de música que comenzó desde las 5 PM y termino a las 5 AM, cuando esas casas eran un campo de batalla. No hubo mucha comida, imposible, se “dieron lugar” 350 “invitados”  en una recepción para solo ¡¡90 personas!! Pero Don Jorge no sé que hizo pero botellas de alcohol y vino nunca hicieron falta, ¡¡el dios Baco campeo!! Los novios desaparecimos a eso de las tres; dormimos por casi todo un día, comimos dos tortas cubanas gigantes con todo lo reglamentario, incluidas rajas de chile jalapeño en vinagre y nos volvimos a dormimos otras ocho horas mas, hasta el segundo día después de la pachanguita. Ese día salíamos de “luna de miel-trabajo” al sureste de México.

Como son las cosas a veces. Laura había estado luchando para tener una plaza en el IMSS como jefe de laboratorio clínico y cuando ya la tenia, casi al mismo tiempo, yo le hice una propuesta que no pudo rehusar. Me gane una beca por un año para estudiar una especialidad en Canada por parte de la OEA. Así que en un día 22 de Agosto de 1989 (no, no crean que me acuerdo, es la memoria prodigiosa de Laura) estábamos llegando a la ciudad de Vancouver y  Phill Collins cantaba “Another day in paradise”. Los siguientes ocho años, no uno, como lo determinaba la beca, pasaron de manera intempestiva  gracias a varias becas, trabajos de todo tipo y el apoyo determinante e irrestricto de Laura. De repente, ya teníamos enfrente dos bodoques (¡¡divinos y totalmente mordisqueables!!), una Maestría y un Doctorado!!. En esos años, Gloria Estefan se oía frecuentemente, tanto en ingles como en español en nuestro depa. Fiestas muy internacionales eran frecuentes entre estudiantes con música de todo tipo, muy ecléctico el asunto y ¿comidas? “Ultra-mega-super” diversas. Nos hicimos “fans” de la japonesa y Carlos, ya a su año y medio nos salía caro, pues al angelito le gusto el uni, que es la hueva del erizo. ¡Elegante el enano! Jajajaja.  El departamento durante el día, mientras yo estudiaba era como una guardería de las Naciones Unidas. Laura se daba la maña para atender, además de nuestros dos críos, a cinco o seis más, según el día. Crí Crí campeaba con.…por la escalera tutiple, chan, chan, van las canicas en tropel…., mezclado con canciones de Barney El Dinosaurio y la insuperable Molly de “Comfy Couch”. Gracias a los padres de esos enanos negritos, güeritos y aceitunados, teníamos un dinerito extra. Como si esto fuera poco, Laura y la entonces futura comadre Elba bailaban bailes folclóricos mexicanos todos los fines de semana y hacían presentaciones por doquier. Y aquí cabe hacer un comentario interesante. Todos nosotros, o la mayoría, en la primaria nos hacían (¡por no decir obligaban!) a aprender y a ejecutar algún baile folklórico con su respectiva música.  Por ello conocemos de esas cosas. Sin embargo casi no las oímos hasta que la vida da vuelta y vemos a nuestros hijos hacerlo. Pero existe, para mi, otro momento. Nada se compara con estar fuera del país y en ocasiones especiales ver bailar y oír el “Son de la Negra” o el “Jarabe Tapatío”. En mi caso con el grupo de Laura bailando. Se me enchinaba la piel, las lagrimas salían sin pedir permiso y sin pensarlo ya estaba bailando ese paso que la “Seño Tere” ¡me hacia repetir tantas veces en quinto grado! Y sentía cuando veía que los “fríos” anglosajones dejaban de lado su recato e indiferencia y de repente, sin poder evitarlo, comenzaban a “zapatear” y dar uno que otro “grito”. ¿Pues que es esto? ¿Que es esta sensación? Nada es lo mismo como estar lejos de tu patria y oír esa música. Todo entra de sopetón y todo es Mexico, todo. Ese momento es sinceramente único y perdurara toda mi vida.

De Canada, ya terminado mi posgrado, nuevamente convencía a Laura -creo esa fue la ultima vez que lo he podido hacer-  Jajajajaaja. La convencí de ir a vivir a Chiapas y aceptar una plaza de investigador que me habían ofrecido en Tapachula, en el ECOSUR. Como dicen “a la de sin susto” que me jalo a la familia al sureste con solo una escala de una semana en la ciudad de Mexico. Nos fuimos del primer mundo, con una vida donde todo funciona y a una temperatura de 10 grados, a vivir al subdesarrollo económico, con una temperatura de 36 grados y toda la música e idiosincrasia del trópico en una ciudad alejada y pequeña. Ni que decir fue un “shock” para ellos. La música que recuerdo es sin duda las de las “combis” que usábamos frecuentemente hasta que adquirimos un vehículo y la que se oía en el mercado donde miles de olores y sabores eran expuestos por mujeres de risa fácil y el “papito que vas a llevar” a flor de labios. Un grupo musical llamado Azul insistentemente decía “seeensual, un movimiento sexy, seensual, un movimiento muy sexy, booomba, booomba” y otra pieza, por demás primitiva en su ritmo y letra, que tenían todos en la cabeza y cuyo nombre del grupo desconozco pero decía así “el gato voladoooor, el gato voladooooor”… hago como iguana, hago como mosquito…. Por diez años vivimos el trópico, su ritmo y gente. Mientras yo desarrollaba un laboratorio y comenzaba como investigador nacional y luego como director del posgrado, mi familia hizo esfuerzos grandes por desarrollarse e integrarse a la sociedad local. Laura se metió a estudiar lenguas en la universidad estatal con un plan de estudios ejemplar, pero por cuestiones políticas se acabó y ella se salió. Con otros padres de familia creamos, administramos y enseñamos en una escuela bilingüe con un sistema educativo integral, esfuerzo de cuatro años y que fue insostenible por cuestiones económicas e idiosincráticas. La canción de moda  “El gusanito” esa que dice… “nadie me quiere, todos me odian, mejor me como un gusanito”… cantada por El General sonaba en la radio local. Y así, yo siempre metido en mi trabajo, con los “gusanitos” y para variar viajando, viajando demasiado; mientras Laura con los hijos, con la casa y enseñando en nuestra “escuelita”. Esta dinámica hizo que me distanciara yo como pareja y como padre y se fueron creando tensiones familiares importantes. El trabajo no es todo y menos el dinero. Yo comprendí que Laura y mis hijos son lo más importante, así que al ritmo del “Meneaito”… el meneaito, el meneaito, asi, asi, asi, asiiiii……… comenzaron los planes para emigrar a Canada. Comenzando así un ajuste de cosas de pareja y buscando un mejor acercamiento con Carlos y Gaby y por añadidura una mejor educación para ellos. El trópico dejó una huella diferente en cada miembro de la familia. La mía la he expresado en mi  primer ensayo, Lo verde, lo rítmico, lo parsimonioso, lo tropical.

La memoria musical. El escribirla fue toda una experiencia nueva para mí. Una que trajo cosas inesperadas y memorias casi desaparecidas. Ellas fueron apareciendo al oír cada nota o cada voz cantando historias o sentimientos. Fue como una evaluación muy personal. Se sabe en donde esta uno, por que saber de donde viene. Sin “querer queriendo” como decía el querido Chapulín Colorado, pase y reviví la vida de mi familia, amigos y con ello, la mía misma. Fue un disfrute total, único y que me ha generado dos cosas.

La primera una sed de aprender a escribir en español  (¡si ríanse! Pues ya sé que lo necesito) y así seguir escribiendo. Tengo cosas que decir y decirlas de una manera muy mía, es decir con humor y con ¡comida! La segunda, es buscar en la primera oportunidad, irme con los cuates a una cantina donde haya harta botana y donde nos toquen “Paloma Negra”, “La Gema” y “El Rey”; luego salir a “echarnos” unos caldos de panza con pata a la “La Pancita de Toñita” y recordar tiempos idos, personas y situaciones que hacen la vida y que hacen lo que somos. Pero sobre todo gozar la compañía de personas que forman parte de la historia de uno y que espero ellas hayan disfrutado estos ensayos.

“No cabe duda que la vida son sensaciones y vivencias, todo debe disfrutarse mientras se tiene.”

Jorge E. Macías Sámano

1 comentario:

  1. El soundtrack de la vida: la vida como parte de la música o la música como parte de la vida misma... la linea tenue de lo real y lo sentimental.
    Felicidades Doc!! me gusto!

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