En cumplimiento al axioma máximo de la comunicación
-es imposible no comunicarse-, Jorge nos
presenta su dilucidación acerca de la misma; intensa reflexión puede desembocar,
sí en su cometido transgrede los hilos de las relaciones que nos unen y desunen
cotidianamente, aún ante pausas temporales, geográficas o pasionales,
complementando nuestras ontológica filogenia.
Asunción OC, Marzo 2014
Comunicación, una actividad básica que realizamos a diario y que permite
la conexión con nuestros semejantes e incluso con nosotros mismos.
La comunicación está presente en todas y cada una de las actividades que
realizamos. En la casa, el trabajo, la escuela, el gimnasio, el transporte y
por supuesto en las relaciones personales. Transmitimos, nos comunicamos.
Es claro y todos sabemos que existen muchas maneras de comunicar y de
igual manera lo que queremos comunicar. Más ¿han pensado en lo que conlleva el
mero hecho de comunicar? O en otras palabras: ¿qué ocurre con o en nosotros
cuando comunicamos?
De manera casi imperceptible, hablamos con nosotros mismos. Nos
confiamos nuestros planes, ideas, sentimientos y sobretodo, quizás más que
otras cosas, nuestros miedos y problemas. Quizá suene extraño y hasta
redundante, mas esta comunicación con nosotros mismos, la hacemos en nuestros
propios términos.
A veces las circunstancias en que nos encontramos o en el camino
encontramos a alguien y rompemos nuestro
silencio hacia los demás. Hablamos, confesamos o escribimos. Sin quererlo o
pensarlo este hecho genera una situación muy simple a primera vista, pero con
mucha profundidad si entendemos su dimensión.
Ideas o sentimientos, salen de nuestra boca o fluyen en la escritura
adquiriendo una nueva dimensión. Una dimensión que nos obliga, aunque no
queramos, a vernos diferentes. A veces sentir que no nos reconocemos y en otras
simplemente reafirmamos lo que somos y pensamos. Estas situaciones en nuestras
vidas hacen que literalmente nos observemos de una manera diferente a la que
ocurre durante nuestros soliloquios. Proveen con la oportunidad única de criticarnos
y analizarnos a nosotros mismos. Actitud muy sana para vernos tal y como somos
y a veces aún más importante, como nos ven los demás.
La conseja dice: “platícalo con alguien” o “confíaselo a un amigo” o “díselo
a quien más confianza le tengas”
El hecho es que las experiencias en comunicar o transmitir algo ya sea platicándolo
o escribiéndolo, permiten ver, entender y analizar ideas y pensamientos de una
manera única que nunca se logra sí únicamente se dejan con uno mismo.
La verdad es que a menudo aunque nosotros tengamos claro algo no lo
comunicamos con esa claridad que queremos y en ocasiones provoca un efecto no
deseado en nuestros interlocutores. Puede causarnos frustración y evitar, la
total comunicación. El comunicar algo, sobre todo si es importante, nos lleva a
la necesaria tarea de organizar las ideas. De tal manera que las valoremos de
acuerdo a la importancia que les queremos dar y de esa manera explicarlas, al
tiempo que “nos damos a entender”.
Existe otro punto que también es difícil de visualizar de primera intención
y que ocurre como un beneficio de comunicar. Ocurre que a veces lo que tenemos
por transmitir tiene un alto contenido emocional y sin querer, el simple hecho
de que salga de nosotros, hace que no solo se alivie la presión que genera el
llevarlo, sino que hace que lo veamos con más claridad y bajo un marco más real
y quizás con una menor importancia. Esto se potencia aún más si nuestro
interlocutor da su punto de vista.
Sea como fuera, la comunicación con nosotros o con los demás, es un
hecho que el ejercitarla y hacerlo correctamente, provee uno de los mejores
medios para desarrollar nuestra persona, actividad, profesión y propia vida
como seres sociales y políticos.
Jorge E. Macías-Sámano
Vancouver, BC, Canadá
Marzo 2014
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