miércoles, 11 de julio de 2012


Regresando a Ciudad Cero

No es karma, solo causa y efectoJuan Carlos Navarro


<<La Causa>>

      Ojos grisáceos, la tez blanquizca manchada por los vestigios de las largas puestas ante los cielos bañados del sol mediterráneo… Siempre referente de la condición de batalla por la justicia social y el antiimperialismo, siempre en esos cuentos el combatía por las utópicas igualdades de esta sociedad a veces carente de sentido y amor propio por la misma condición, la humana… solía recorrer las cubiertas de esas embarcaciones siempre pregonando el mismo fragmento de ese poderoso y sentido poema: “Este medio difuso, esta ira repentina, estas imprevisibles y verdaderas ganas de llorar”…

Era Yáñez de Gomara…

     La imaginación suele dar esos saltos anacrónicos y casi sin sentido: De Yáñez de Gomara a Dylan… y de repente esa sensación en el pecho que solamente en una ocasión había o sentido, un cambio se dejaba sentir en las fosas nasales, esas llenas de esos bellos incómodos que de repente se suelen quitar con dolores indescriptibles; eran los aromas de esperanza, de cambio de una revolución, una revolución contextualizada desde todos los puntos de vista que se quieran tener… entonces me tope con él, con ese mismo poema de proeza y sentimiento lacrimal…

     “Una Revolución, Luego una Guerra. En aquellos dos años –que eran la quinta parte de toda una vida- , ya había experimentado sensaciones distintas, imagine más tarde lo que es la lucha en calidad de hombre. Pero como tal niño, la guerra para mí era tan solo: suspensión de las clases escolares, Isabelita en bragas en el sótano, cementerios de coches, pisos abandonados, hambre indefinible, sangre descubierta en la tierra o en las losas de las calles […]”

     No puedo estar en espera, estas manos no son aptas para el combate bélico, mucho menos para tomar un arma y lastimar a un igual, pero… no por eso escudaré esta espera en forma de apatía, los temores de arranque por un camino que aun no es transitado son comunes, normales y hasta comprensibles, pero la indiferencia jamás; el ver hundido al compañero en el fango mal oliente de la sumisión y el control autoritario, por los medios de la ignorancia, no deben presentar un estado de ventaja sobre ellos, ni mucho menos un arma represiva.

      Es rebeldía disfrazada de coraje, es sublevación vestida de gesta heroica, es el combate: no contra el hermano, ni el compañero; es el combate contra el sistema, contra la desigualdad, contra la ignorancia, contra la misma indiferencia, que recalcitra los ánimos y… que por lo menos a mi no me tiene tranquilo… aunque… Aún soy un niño queriendo jugar al mártir…

      “Un terror que duraba, lo que el frágil rumor de los cristales después de la explosión, y el casi  incomprensible dolor de los adultos, sus lagrimas, su miedo, su ira sofocada que por algún resquicio entraban en mi alma para desvanecerse luego […]”

      Pretendí ser creyente alguna vez de que este cambio estaba muy, pero muy a la vuelta de la esquina; que en cualquiera de estos callejones por los que me he vuelto consecuente transeúnte de esas medias noches, últimamente envueltas de lluvias y gratas compañías, me toparía con él, este cambio que pensé que la gente necesitaba y por la cual estarían dispuestas a luchar mucho más que con garras y dientes… he estado equivocado… como casi siempre, este cambio requiere una tenaz y verdadera fuerza de voluntad, sacrificios, incluso al amor propio

       Esta esquina esta cada vez más lejana de lo que yo esperaba, seguimos en la somnolencia, seguimos siendo aquellos niños, los cuales creían  que la escuela era mala, los niños que creemos las mentiras del adulto, los niños que dejamos de llorar cuando se nos dan los estipendiados azucares de las golosinas y… la madurez cuesta y tarda en adquirirse, solo son las vivencias y los golpes de la vida los que nos llevan a esa posición de conciencia condicionada por el dolor, solo así y a veces solo de esa forma adoptamos el espíritu de conciencia y altruismo humano… Aun así seguimos en la pelea.

      “Pronto, Ante uno de los muchos prodigios cotidianos: el hallazgo de una bala caliente, el incendio de un edificio próximo, los restos de un saqueo –papeles y retratos en medio de la calle- … Todo pasó, todo es borroso ahora, todo menos eso que percibía en aquel tiempo y que, años más tarde, resurgió en mi interior, ya para siempre: […]”

     Entonces… este olor, de dulce gusto estaba acá en las narices y ahondándose por los conductos respiratorios; un poco de él yéndose hacia el cerebro y mucho más de este precipitándose estrepitosamente por la caja torácica e inflando el corazón desmedidamente de rabia combativa, de deseo vehemente, de imaginación, de inspiración, de puños levantados al viento, de ganas de equidad, del loco deseo de la revolución de la conciencia.

      Nunca es tarde para retomar el curso, las cosas tienen que ser cíclicas, suelo tener esos sueños en donde, nos despojamos de un sin número de tapujos sociales y vivimos con la conciencia del bienestar comunitario, tengo ese sueño de ver a mis hermanos, a los compañeros, a los seres amados, vivir en un mundo un tanto menos lleno de esas falsedades que enrarecen el aire y vivir con la mente abierta, de pensar libremente, de vivir con la certeza de que este será un lugar mejor para las generaciones próximas … vivo de un sueño…  Y de pronto desperté…

      El gordo libro sobre el pecho, el reproductor de música ya apagado, el cuello  maltrecho y el brazo izquierdo dormido por haberse quedado debajo de la cabeza… con el último suspiro posterior al letargo onírico termino de leer, el poema de Ángel González…

<<El efecto>>

“Este medio difuso, esta ira repentina, estas imprevisibles y verdaderas ganas de llorar”

Párrafos en negritas del poema de Ángel González - Ciudad Cero

@giancarlonavesc

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