Lo verde, lo rítmico, lo parsimonioso, lo tropical.
LA CAUSA……
Al bajar del avión, el trópico me abrazo y su olor penetro dentro de todo mi cuerpo, dejándome una sensación de hormigueo. Como que me esperaba, como que lo conocía,… no se… Como que mi vida siempre supo que llegaría ese momento.
El trópico tiene una temperatura más o menos constante y en el solo existe el ritmo de una época de secas en medio de dos de lluvia. Es el ecosistema que mas ha perdurado en el planeta. Las glaciaciones nunca llegaron al trópico pero éste si llego casi a los polos. El trópico ha sido muy estable para el desarrollo de la vida en general.
Lo que veía en ese paisaje: tan verde, tan denso y sintiendo ese calor y humedad que solo hay en la tierra caliente; era como la materialización de un factor atávico para mi persona. Enormes arboles, bejucos colgando por doquier y bichos volando, caminando, brincando y chirriando permanentemente. Es el reino de las hormigas, ¡ellas lo mueven todo! En medio de todo ese verde, calor, gente morena con grandes sonrisas, muchachas escandalosa y con un hablar particular…
Hasta que no llegué ahí, supe lo que era llover. Llueve a “cubetadas”, grandes cortinas de agua que caen por horas. Llueve bonito, fuerte, haciendo siempre ríos y zanjas, ¡galán! como dicen por allá. La gente no sale, quizás por temor a quedar varada por alguna creciente de rio. Cuando termina el torrente, como que la vida se calma y entonces llega la noche; ya refresca, huele a manaca. Pero sobretodo, las primeras lluvias dejan el olor de tierra mojada, hambrienta de humedad, olor que se infiltra por los poros de todos y de todo.
El trópico es el reino del sol, de su luz, de su calor. Es la parte de la tierra más cercana a él en todo momento. La luz y la obscuridad están casi distribuidas igualmente durante todo el año. El calor es constante y hace sudar copiosamente. La gente se esconde y no se quiere asolear. Las casas están abiertas de par en par, solo con cortinas, incluso en la puerta. Los abanicos (ventiladores) a todo lo que dan y la hamaca “mece que se mece” con ritmo y suavidad.
En tiempo de tormentas tropicales, con un cielo gris, fuertes vientos y violentos aguaceros, la temperatura desciende alrededor de los 20 grados y la gente literalmente “pasa fríos” y se “enchamarra”, ¡¡¡lo que es cómico para un forastero como yo!!!
Soy biólogo y estoy loco por los árboles y los insectos que viven en ellos, sobre todo los que viven de la madera. Y madera hay en el trópico, por donde uno vea, “bonito el monte” dicen los lugareños. Y si bien esa asociación insecto-árbol es prácticamente mi vida y por lo cual mi padre me decía: “sinvergüenza, solo estas con tus bichos y ¡cómo te quitan el tiempo!” no son ellos los que realmente me hicieron entender el trópico… Fue su gente.
Yo quería conocer y entender el ritmo de vida de la gente que ahí vive. El calor y la humedad dictan ritmos y costumbres. Se comienza a trabajar muy temprano para evitar el calor de medio día. Es casi imposible no tomar una siesta después de ingerir la comida, el organismo lo pide. Todo cambia una vez que uno la toma, se “refresca” (si eso es posible a 35 grados) y sigue la vida. En la tardecita, llueve y toda actividad se detiene, solo se oye el agua caer con fuerza, empapándolo todo. Las calles quedan desiertas y hasta que terminar de llover, la gente sale “al pan”, “a echar novio” o a platicar con los vecinos afuera de la casa en una silla viendo pasar a la demás gente. El día ha llegado a su fin.
La comida, mi pasión en el gozo de la vida misma - solo hay que ver mi crasa figura - es fabulosa en el trópico, sobretodo en cuestión de aquellas de origen vegetal. Las frutas son multicolores y siempre están frescas, al igual que las verduras, muchas desconocidas para mí como el chipilín o la yerba mora. Enorme variedad de bananos (plátano es solo un tipo) y de mangos, ¡mmm mi delicia! Literalmente uno puede comer con solo ir de un árbol frutal a otro y siempre hay alguno con una u otra fruta. Difícil es “morirse” de hambre aquí. Y… ¿agua?... ¡Por todas partes compa!
EL EFECTO….
-Abundante, ese es un buen descriptor del trópico. El calor, el agua, la vegetación, la luz, la música, la cerveza (claro, para la sed), el zumbido de los mosquitos y chicharras. Esta abundancia templa la vida de sus habitantes y los moldea a un ritmo constante.
En este ambiente de plenitud y con temperaturas altas, el cuerpo humano no peligra como ocurre en las tierras templadas donde hay temperaturas congelantes y en donde es indispensable conservar alimentos previendo que nada crecerá en el invierno. En el trópico los días pasan lentos y quizás hasta monótonos, tan solo rotos por el extremo calor del periodo seco. Aquí no falta nada, hay comida, agua, buena sombra y una naturaleza que sí se deja, reclama lo que le hemos quitado y lo hace con una facilidad y rapidez que sorprende. ¿Acaso por todo esto la gente es tan parsimoniosa en estos lares? ¿Acaso por eso son tan alegres? Como dicen allá de una manera muy sabrosa ¡¡¡“saaberr!!!” (así, arrastradito, indicando que no saben). Pero creo en parte si, definitivamente si por eso son así.
Desde un punto social, la vida se complica. Esa vida parsimoniosa del trópico va siendo cambiada por una prisa, por necesidades apremiantes de un desarrollo muy lejano a nuestra naturaleza básica. ¿Avance tecnológico? ¿Bueno o malo?... seguro nos aleja del uso más sencillo de esta naturaleza impresionante y constante.
Aquí una hectárea de selva tiene mas especies de árboles que toda una provincia de Canada o Estados Unidos. El follaje de un árbol tropical tiene muchas mas especies de insectos que cualquier árbol o cultivo en otros ecosistemas. La diversidad de vida del trópico es la razón misma de su equilibrio y ¿saben?... Por más increíble que parezca, la desconocemos casi en su totalidad en nuestro país. En este aspecto, la parsimonia tropical de nuestra sociedad no ayuda, todo lo contrario. Nuestro avance como especie depredadora de su entorno nos esta ganando y las especies de organismos desaparecen de la noche a la mañana y no tenemos idea de lo que ocurrirá con todo el ecosistema.
La parsimonia tropical del hombre, creo yo, debe de cambiar en una febril búsqueda y esfuerzo por conocer y evaluar nuestros recursos para mantener un ecosistema funcional y con ello mantener esa lluvia, esa abundancia, esa forma de vida tan peculiar.
Un campesino se burlaba de mi… y con razón: -“inge” ¿cómo que no conoce el chiche? ¡No la chingue! y… ¿¡usted es el que sabe!?... Y yo le dije: no lo conozco, para eso estoy aquí, para aprender, ¡ayúdeme por favor!... En otra ocasión yo preguntaba a un finquero que por que quería sembrar cedro rosado y él me decía: pues… ¡porque es “cedro¡ se vende bien y crece mucho mas rápido que nuestros cedros” y yo le decía: pero no es realmente un cedro, es mas bien como un palo de zope… El campesino obviamente no me creía y procedimos a machetear y ver el hilo de las tres especies y ya entonces me dice: “¡cierto!, esos putos del banco me quieren chingar con un crédito y quieren que plante, pero si es pura madera bofa, ¡qué cedros, ni que cedros¡ ¡qué poca madre!, ¡por favor enséñeme “inge” y vamos al ejido!”… La vida es cooperación de todos, todos sabemos algo y en el trópico esta asociación es esencial para su desarrollo.
Uno de los mejores dichos de la región es: “esta bien ser coche pero no tan trompudo”… lo que traduzco para esta nota en: esta bien que al vivir “usemos y desarrollemos” el trópico, pero es imperante que lo conozcamos y trabajemos no parsimoniosamente, es decir ¡ya, pronto! ¡Con pasión¡ con la intensidad, el dinamismo y el ritmo intrínseco con que el trópico mismo vive.

Me atrapa, me encanta e impresiona el hecho de como siempre desde fuera se tiene una perpesctiva muy certera de nuestras costumbres... me gusto la publicación, en hora buena doc... y... ya estamos ansiosos esperando la próxima entrega un abrazo
ResponderEliminaryeah! buenisimo
ResponderEliminarJajaja,Nadie que haya tenido estas experiencias puede dejar de sentir nostalgia y placer de leer a alguien externo describirlos =), Gracias Doctor por la aportación! un abrazo
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