miércoles, 22 de enero de 2014

Transformación de una superficie nívea y tranquila



El fluido, ahum (bostezo), sólo se mueve si se le mueve ¿dónde he oído eso? discurso político reciente ¡nooo! no creo; además la forma de este depende del recipiente que lo contiene sin modificar su volumen, sí, se trata no de un discurso, sino del Pacto por México; mmm, volviendo a mi reflexión original, ah los constituyentes de un líquido se deslizan "cohesionados", entonces: confirmo y me desconfirmo ¿de qué hablo? ¿pasó algo? un año más fluyó y de esta manera Jorge nos entrega su primera reflexión 2014 para su gusto y deleite 
                                                                                                                      Asunción O. C.
                                                     

                                                                             



-Algo que solo los de más de 40 años de edad entenderán –

   La superficie del líquido era nívea, tersa y tranquila. Poco a poco la energía lo comenzaba a inundar de una manera imperceptible. Lentamente el líquido blanco comenzaba a llenarse de movimiento. El aire sobre su superficie aun transparente, era casi de la misma temperatura que él.
La energía fluía, constantemente, viajando dentro del líquido.
Poco a poco se producían corrientes leves que surcaban desde el fondo hacia la superficie. Tan débiles eran que no tenían la capacidad de distorsionar el espejo de la misma.
A medida que pasaba el tiempo, en la superficie, justamente en donde el líquido tocaba el material que lo contenía, pequeñas burbujas se comenzaban a formar desapareciendo casi instantáneamente.
De repente, sin sonido alguno y de manera sorpresiva, en la superficie iba apareciendo  una película blanca, muy  delgada y continua, que se arrugaba y se distendía constantemente. Hacia las orillas, comenzaban a almacenar burbujas que reventaban lenta y ya solo algunas desaparecían sin producir ruido alguno.
De manera paralela, el aire sobre la superficie comenzaba a calentarse y pequeñas columnas de vapor apenas visibles elevándose por aquí y por allá.
Las corrientes en el interior del líquido eran cada vez más fuertes y frecuentes, como si algo quisiera escapar hacia la superficie, más ellas chocaban con la película ahora formada y haciendo que ésta se mantuviera en movimiento continuo, como contrayéndose y expandiéndose.
La película iba creciendo en espesor, su color ahora cambiando a amarillento y comenzaba a ser empujada continuamente hacia arriba por una capa de diminutas burbujas blancas. Estas ya formaban una espuma que crecía y se mantenía gruesa sin elevar mucho a la película.
Ya el aire sobre la superficie del líquido era pesado, caliente y cargado de los vapores que emanaban continuamente.
Y sucedió.
La dinámica de la transformación del líquido blanco se aceleraba de tal manera que la película ya amarilla y gruesa, se elevaba violentamente propulsada por una densa capa de millones de burbujas blancas que coalecían en otras más grandes.
Todo pasaba muy rápido, el líquido era impulsado hacia arriba, con su corona de burbujas níveas que reventaban y rápidamente eran reemplazabas por otras. El olor del aire era caliente y dulzón. La energía pasaba por el líquido y se liberaba.
Y es cuando todo ocurrió.

Un grito estremecedor a lo lejos se oyó: Jorge, se tira la leche!!!

                                                                                                     Jorge Enrique Macías Sámano.
                                                                                                                          Enero 2014

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