miércoles, 21 de marzo de 2012


Los Pinceles de Papá

No es karma, solo causa y efectoJuan Carlos Navarro



<<La Causa>>

     Ya olvidados por el olvido mismo, estaban aquellos recuerdos empolvados y cubiertos por telas de araña; solo bastaba que Marcell les pasara un dedo sobre la superficie rugosa de aquel contenedor de la memoria para quitar la gruesa capa de polvo y reactivarlos.

     Se Levanto ese jueves por la por la mañana, muy temprano para su habitual hora de empezar actividades, se prepara una taza de café en aquella cafetera que tanta gracia le causaba a su novia, la tacilla llena de un café, espeso y  tan acre que destemplaba los dientes, pero que el acostumbraba a beber así ya desde hace algún tiempo, se sienta, observa hacia un rincón de ese desordenado lugar al que él llamaba hogar, mira un montículo que aparentaba solo basura, pero a él le da curiosidad y se acerca, eran unos botes y un juego de pinturas con una gama de colores extensa pero que no se distinguía la tonalidad que tenían porque las notas estaban borradas por la intemperie y el polvo , <<eran oleos>>, había acuarelas, trementina, pinceles, brochas y una cantidad de cosas que le eran demasiado familiares pero, que por alguna razón él había casi conscientemente relegado a ese rincón oscuro.

     Octavio, su padre fue un maestro de arte, dedico largos años de su vida a la enseñanza del dibujo y la pintura en una comunidad rural, Octavio siempre quiso ser como Miró o Lautrec, pero el compromiso con su profesión le impidió dedicarse a vivir 100% como un artista, luego vinieron otras prioridades, una esposa y los hijos <<me contaba Marcell, con lagrimas en los ojos que su padre aparte de ser severo era un gran pintor pero sobre todo un gran maestro>> “El quería que yo fuera abogado” <<me contaba Marcell ya más tranquilo>> y mientras charlábamos el me decía que había estado confundido hasta hace muy poco sobre porque seguía existiendo en esta vida, siendo un abogado de 28 años, con un trabajo que para nada le satisface, no tenia definida una meta, viva conforme al día a día , hasta ese momento en  que se topo con los pinceles de su padre.

     Al ver los pinceles y todo ese interminable arsenal del Artista, recordó porque los había ocultado ahí… y es que tenía unos pocos meses que su padre había fallecido, el dolor que le causaba verlos era indescriptible: secos, inertes, muy pulcros, clara señal de que no se habían usado muchos días, la paleta de pintura solo tenía algunos tonos ocres ya secos y pegados a su superficie… un inesperado sentimiento lo aborda; ese sentimiento que te impulsa cual resorte del abrumado y apático estado hacia el  ánimo y la sensación de que nada es imposible, los pinceles y el recuerdo de Octavio eran el detonante de ese sentimiento, pero el verdadero impulso e inspiración venían de otro lado.

     Se para con determinación, la mirada enfocada hacia esa pared, comienza por fondear de un blanco mate, combina pinturas, destapa y comienza a descubrir los tonos de los oleos uno a uno, apachurrando tubos, manchándose los dedos y el pantalón, el olor a trementina y a aceite de linaza, las manos ocupadas, pincel atravesado en la boca, sudor y manchas de tonos azul cobalto en la cara, la imaginación revolucionada, su cabeza pensando en Jada (la hermosa novia), piernas que tiemblan de tanto subir la escalera… el poco talento de Marcell era compensado por su interminable empuje y decisión, nada lo detendría en acabar aquel mural que había empezado a pintar…

Ahora… A Cualquier cosa le llaman Arte o Mural   

     Dado que Octavio era muy buen maestro, Marcell había aprendido uno que otro “truquillo” en cuestiones de pintura… pero Marcell siempre está fuera de órbita, que se puede esperar de un tipo que se viste demasiado raro, que cuando era joven se teñía las pocas barbas que le salían de color purpura y que, ahora decide pintar un árbol como mural en la pared de su baño… vaya lugar para hacerlo <<le dije casi al borde de la risa>> a lo que respondió “Yo tengo arte hasta en el baño”… Ahora a cualquier cosa le llaman arte…

     Por fin… termina el limitado artista Marcell… agotado, manchas de pintura hasta en las orejas, pero muy conforme, seguramente su padre desde algún lugar estará contento porque bajo su precepto de que “El conocimiento que no se comparte es inútil” resulto tener un alumno medianamente bueno, alguien que absorbió un poco de su enseñanza…  que mejor que sea su hijo el loco Marcell… pero ¿Qué es de una pintura o un dibujo que no es observado para ser criticado o admirado?... ¡nada! la autosatisfacción de Marcell no le remitía a nada, se sentía igual de vacío y sin sentido en esta vida… pero lo inesperado paso.

     Llega Jada de visita, a ese lugar de desorden perpetuo; como siempre,  lo primero que le comenta a fin de amilanar un poco el amargado humor de Marcell, es sobre esa pequeña cafetera que tanta risa le causaba, un tanto sucia por el continuo uso; el esboza una sonrisa y la abraza, ella le dice <<en tono de burla>> “mientras me preparas un café voy a pasar al baño”… hacia ya más de 5 o 6 días que Marcell había pintado el mural de su baño, había pasado a ser una imagen tan habitual para el que se le había olvidado comentarle a Jada…

     Jada sale del baño corriendo, emocionada, se funde en un abrazo con Marcell y le dice al oído, casi celosamente, como esos secretos que se guardan de común acuerdo entre las personas que se quieren más allá de lo normal y le susurra…

Que me importa, que seas un loco amargado, tenga o no, sentido ese árbol que pintaste en el baño, para mí siempre serás, mi pintor, mi artista”


<<El efecto>>  

     Marcell no soportaba tanta gratitud en ese abatido corazón, incluso pensó que el pecho le reventaría al oír las palabras de Jada… Nunca nadie le había mostrado esa necesidad de su presencia en la vida de la misma… Dado que él es muy poco para demostrar sus sentimientos, Marcell a lo más que llego fue solo a abrazar de manera casi asfixiante a Jada… Pero…  sé que algo lo cambio de por vida, por fin encontró el camino, esa meta, el sentido de una vida a veces solo está atado a un pequeño hilo que generalmente no divisamos pero que si logramos encontrarlo nos ata a la misma y nos da un motivo para pelear y para que valga la pena vivir por ello… ¿cómo es que lo sé?... Jamás había visto tan feliz y tranquilo a Marcell como el día en que me platico esto que les comparto.  

     No es la duración de una vida humana en el tiempo lo que determina la plenitud de su sentido, quien dispone de un porqué para vivir es capaz de soportar casi cualquier cómo.

     Decía Goethe “¿Cómo puede conocerse uno así mismo? Nunca por la reflexión, pero si por medio de la acción. Intenta cumplir con tu deber, y sabrás en seguida lo que hay en ti. ¿Cuál es tu deber?... Sencillamente, lo que el día reclame”

     Marcell solo necesitaba pintar…

@giancarlonavesc

3 comentarios:

  1. maestro....me pintó un lagrimón!!! abrazos ché muy bueno loco!..si puedes hacerme un favor grande loco rolame el texto del lápiz que tenias en tu oficina!

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  2. Exquisito, simplemente exquisito. Hace poco me uní a la lectura del blog y que te puedo decir, admirable la habilidad, talento, virtud, esa armonía que plasman tu lápíz, tus manos, tu sensibilidad. Te admiré hace tiempo (desapercibidamente) y ahora el encontrarte de nuevo, reitero el sentimiento.

    Saludos y un fuerte abrazo, que espero algún dia (no muy lejano) poder darte personalmente

    Una admiradora secreta!!!!

    PD. ¿Como te encuentro???????

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  3. Gracias a: pepe navarro y Anónimo... Bueno es que les haya gustado, pero mejor el hecho que se tomen el tiempo para leer... agradecido enormemente por eso!!! abrazos

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