Los Pinceles de Papá
No es karma, solo causa
y efecto…
│ Juan Carlos Navarro
<<La Causa>>
Ya olvidados por el olvido mismo, estaban aquellos recuerdos
empolvados y cubiertos por telas de araña; solo bastaba que Marcell les pasara
un dedo sobre la superficie rugosa de aquel contenedor de la memoria para quitar
la gruesa capa de polvo y reactivarlos.
Se Levanto ese jueves por la por la mañana, muy temprano
para su habitual hora de empezar actividades, se prepara una taza de café en
aquella cafetera que tanta gracia le causaba a su novia, la tacilla llena de un
café, espeso y tan acre que destemplaba
los dientes, pero que el acostumbraba a beber así ya desde hace algún tiempo,
se sienta, observa hacia un rincón de ese desordenado lugar al que él llamaba
hogar, mira un montículo que aparentaba solo basura, pero a él le da curiosidad
y se acerca, eran unos botes y un juego de pinturas con una gama de colores extensa
pero que no se distinguía la tonalidad que tenían porque las notas estaban
borradas por la intemperie y el polvo , <<eran oleos>>, había
acuarelas, trementina, pinceles, brochas y una cantidad de cosas que le eran
demasiado familiares pero, que por alguna razón él había casi conscientemente
relegado a ese rincón oscuro.
Octavio, su padre fue un maestro de arte, dedico largos años
de su vida a la enseñanza del dibujo y la pintura en una comunidad rural, Octavio
siempre quiso ser como Miró o Lautrec, pero el compromiso con su profesión le impidió
dedicarse a vivir 100% como un artista, luego vinieron otras prioridades, una
esposa y los hijos <<me contaba Marcell, con lagrimas en los ojos que su
padre aparte de ser severo era un gran pintor pero sobre todo un gran
maestro>> “El quería que yo fuera
abogado” <<me contaba Marcell ya más tranquilo>> y mientras charlábamos
el me decía que había estado confundido hasta hace muy poco sobre porque seguía
existiendo en esta vida, siendo un abogado de 28 años, con un trabajo que para
nada le satisface, no tenia definida una meta, viva conforme al día a día ,
hasta ese momento en que se topo con los
pinceles de su padre.
Al ver los pinceles y todo ese interminable arsenal del
Artista, recordó porque los había ocultado ahí… y es que tenía unos pocos meses
que su padre había fallecido, el dolor que le causaba verlos era
indescriptible: secos, inertes, muy pulcros, clara señal de que no se habían usado
muchos días, la paleta de pintura solo tenía algunos tonos ocres ya secos y
pegados a su superficie… un inesperado sentimiento lo aborda; ese sentimiento
que te impulsa cual resorte del abrumado y apático estado hacia el ánimo y la sensación de que nada es imposible,
los pinceles y el recuerdo de Octavio eran el detonante de ese sentimiento,
pero el verdadero impulso e inspiración venían de otro lado.
Se para con determinación, la mirada enfocada hacia esa
pared, comienza por fondear de un blanco mate, combina pinturas, destapa y
comienza a descubrir los tonos de los oleos uno a uno, apachurrando tubos, manchándose
los dedos y el pantalón, el olor a trementina y a aceite de linaza, las manos
ocupadas, pincel atravesado en la boca, sudor y manchas de tonos azul cobalto
en la cara, la imaginación revolucionada, su cabeza pensando en Jada (la
hermosa novia), piernas que tiemblan de tanto subir la escalera… el poco talento
de Marcell era compensado por su interminable empuje y decisión, nada lo
detendría en acabar aquel mural que había empezado a pintar…
Ahora… A Cualquier cosa le llaman Arte
o Mural
Dado que Octavio era muy buen maestro, Marcell había aprendido
uno que otro “truquillo” en cuestiones de pintura… pero Marcell siempre está
fuera de órbita, que se puede esperar de un tipo que se viste demasiado raro,
que cuando era joven se teñía las pocas barbas que le salían de color purpura y
que, ahora decide pintar un árbol como mural en la pared de su baño… vaya lugar
para hacerlo <<le dije casi al borde de la risa>> a lo que respondió
“Yo tengo arte hasta en el baño”… Ahora a cualquier cosa le llaman arte…
Por fin… termina el limitado artista Marcell… agotado,
manchas de pintura hasta en las orejas, pero muy conforme, seguramente su padre
desde algún lugar estará contento porque bajo su precepto de que “El conocimiento que no se comparte es inútil”
resulto tener un alumno medianamente bueno, alguien que absorbió un poco de su
enseñanza… que mejor que sea su hijo el
loco Marcell… pero ¿Qué es de una pintura o un dibujo que no es observado para
ser criticado o admirado?... ¡nada! la autosatisfacción de Marcell no le remitía
a nada, se sentía igual de vacío y sin sentido en esta vida… pero lo inesperado
paso.
Llega Jada de visita, a ese lugar de desorden perpetuo; como
siempre, lo primero que le comenta a fin
de amilanar un poco el amargado humor de Marcell, es sobre esa pequeña cafetera
que tanta risa le causaba, un tanto sucia por el continuo uso; el esboza una
sonrisa y la abraza, ella le dice <<en tono de burla>> “mientras me preparas un café voy a pasar al
baño”… hacia ya más de 5 o 6 días que Marcell había pintado el mural de su
baño, había pasado a ser una imagen tan habitual para el que se le había olvidado
comentarle a Jada…
Jada sale del baño corriendo, emocionada, se funde en un
abrazo con Marcell y le dice al oído, casi celosamente, como esos secretos que
se guardan de común acuerdo entre las personas que se quieren más allá de lo
normal y le susurra…
“Que me importa, que
seas un loco amargado, tenga o no, sentido ese árbol que pintaste en el baño,
para mí siempre serás, mi pintor, mi artista”
<<El efecto>>
Marcell no soportaba tanta gratitud en ese abatido corazón,
incluso pensó que el pecho le reventaría al oír las palabras de Jada… Nunca
nadie le había mostrado esa necesidad de su presencia en la vida de la misma…
Dado que él es muy poco para demostrar sus sentimientos, Marcell a lo más que
llego fue solo a abrazar de manera casi asfixiante a Jada… Pero… sé que algo lo cambio de por vida, por fin encontró
el camino, esa meta, el sentido de una vida a veces solo está atado a un
pequeño hilo que generalmente no divisamos pero que si logramos encontrarlo nos
ata a la misma y nos da un motivo para pelear y para que valga la pena vivir
por ello… ¿cómo es que lo sé?... Jamás había visto tan feliz y tranquilo a
Marcell como el día en que me platico esto que les comparto.
No es la duración de
una vida humana en el tiempo lo que determina la plenitud de su sentido, quien
dispone de un porqué para vivir es capaz de soportar casi cualquier cómo.
Decía Goethe “¿Cómo puede conocerse uno así mismo? Nunca
por la reflexión, pero si por medio de la acción. Intenta cumplir con tu deber,
y sabrás en seguida lo que hay en ti. ¿Cuál es tu deber?... Sencillamente, lo
que el día reclame”
Marcell solo necesitaba pintar…
@giancarlonavesc

maestro....me pintó un lagrimón!!! abrazos ché muy bueno loco!..si puedes hacerme un favor grande loco rolame el texto del lápiz que tenias en tu oficina!
ResponderEliminarExquisito, simplemente exquisito. Hace poco me uní a la lectura del blog y que te puedo decir, admirable la habilidad, talento, virtud, esa armonía que plasman tu lápíz, tus manos, tu sensibilidad. Te admiré hace tiempo (desapercibidamente) y ahora el encontrarte de nuevo, reitero el sentimiento.
ResponderEliminarSaludos y un fuerte abrazo, que espero algún dia (no muy lejano) poder darte personalmente
Una admiradora secreta!!!!
PD. ¿Como te encuentro???????
Gracias a: pepe navarro y Anónimo... Bueno es que les haya gustado, pero mejor el hecho que se tomen el tiempo para leer... agradecido enormemente por eso!!! abrazos
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